MADRID, 3 (OTR/PRESS)
Como era de suponer, la parte económica del discurso del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el debate sobre el «caso Bárcenas» pasó completamente inadvertida, pero no por ello deja de tener su valor. La situación de la economía española no es buena porque, a pesar de las mejoras de los últimos meses, hay casi seis millones de parados, pero el presidente tiene razón en que aunque la economía española no esté bien, va mejor. Dicho, por supuesto, con todas las cautelas, ya que el ajuste presupuestario no funciona, la banca tampoco, y así es difícil crecer y crear empleo.
La principal novedad es el saldo por cuenta corriente, resultado de la balanza de pagos, que es la que registra todas las transacciones monetarias producidas entre España y el resto del mundo. De hecho, algo dijo Rajoy, pero ni lo supo explicar ni nadie reparó en ello con la que estaba cayendo. ¿Por qué es tan importante? Entre otras cosas, porque la economía española está empezando a ser capaz de financiarse, algo que no sucedía desde 1997. España exporta más e importa menos, vienen más turistas y todo esto, si se consolida, puede hacer que las cosas vayan mejorando, poco a poco.
¿Es una desgracia que su precaria situación política contamine ahora esta tendencia? Sí y no. Sí, porque todo iría mejor si el Gobierno gobernase en vez de andar apagando fuegos en su partido. Y no, porque a pesar de Rajoy, el país puede salir adelante. Son las paradojas de la política y la economía, que siempre están unidas pero no siempre se condicionan. Por esa misma razón también podría asegurarse que si Rajoy tuviese que irse a Santa Pola tampoco sucedería nada. España, por fortuna, es algo más que todo eso.
Hay una frase del presidente del Gobierno, dirigida a la oposición para que no le cuestione, que tal vez sin pretenderlo bien podría aplicársela a sí mismo: «Lograr este punto de confianza exterior nos ha costado mucho. Es el fruto del esfuerzo del conjunto de la sociedad española, de mucho sacrificio, y no podemos dilapidarlo por la gestión irresponsable de determinadas actuaciones políticas».
