Fernando Jáuregui – Los líos con los que nos lían


MADRID, 28 (OTR/PRESS)

El regreso de las vacaciones es ya un hecho. El de esos personajes a los que genéricamente se llama «los políticos», al menos. Nada nuevo bajo el sol de finales de agosto. Ya hemos asistido al rechazo por la mayoría del PP de llevar al Parlamento los líos del propio PP, comenzando por el «caso Bárcenas». Y hemos asistido también a las autoexculpaciones de Griñán, que se va del despacho dejando en él a alguien que, en el fondo, es la continuidad absoluta al frente de la Junta andaluza, sobre las irregularidades de los ERE. Parece que, en el fondo, los ciudadanos nunca nos enteraremos a fondo de hasta dónde llegan las implicaciones de casos como el del ex tesorero Bárcenas o el reparto irregular de fondos de ayuda al desempleo nada menos que en Andalucía.

Dice el socialista Griñán que, dimitiendo, le marca el paso a Rajoy, para que el presidente del Gobierno asuma sus responsabilidades con lo ocurrido en el Partido Popular. Pero no me consta que el hasta ahora presidente andaluz haya ido más allá en los intentos de esclarecimiento de hasta dónde llegan las culpabilidades sobre los ERE. Lo mismo digo de Rajoy en lo suyo.

Creo firmemente en la honradez personal tanto de José Antonio Griñán como en la de Mariano Rajoy. Y creo que ambos son culpables de haber vigilado poco y mal lo que se hacía en su entorno. Griñán ha dimitido entre otras cosas para asegurarse de que su sucesora, Susana Díaz, sea la persona que él ha designado: no hubo primarias en el PSOE andaluz -había, pienso, candidatos mejores– y todo es más de lo mismo, o seguramente peor. Por su parte, Rajoy ni ha dimitido ni piensa hacerlo, ni posiblemente deba hacerlo, porque sus circunstancias son diferentes. Pero explicaciones, lo que se dice explicaciones, uno y otro deben darlas más a fondo, porque lo pide el resto de las fuerzas parlamentarias en los respectivos casos; y el tener mayoría absoluta, la que tiene el PP, y la complicidad de IU, la que tienen los socialistas andaluces, no puede ser barrera para las comparecencias en las cámaras legislativas, que es donde hay que debatir las cuestiones espinosas, donde la confrontación entre Gobierno y oposición debe producirse sobre cauces civilizados, democráticos e inequívocos.

Así que la función del Parlamento queda, en España al menos, sistemáticamente relegada. El combate se sustancia en declaraciones en otros foros, a través de los medios: y, así, como un misil más contra Rajoy, Rubalcaba ha decidido ahora hacer públicos sus salarios en el ejercicio de sus cargos políticos, de manera que la comparación con el dinero ganado por Rajoy sea escandalosa. Me parece bien que ambos saquen a la luz sus cuentas, que son las que pagamos los ciudadanos; me parecería mejor que esa presentación estuviese obligada ante una comisión y que de ella se sacasen todas las conclusiones .

España nunca será una democracia completa mientras no se arbitren las reformas imprescindibles para que el poder Legislativo cumpla su función equilibradora frente al Ejecutivo y el Judicial. Los partidos y sus responsables saben que pueden eludir fácilmente, y sin demasiado coste político, la fiscalización del Parlamento: basta sustentarse en la mayoría obtenida en las elecciones, cuando las cosas eran de otra manera. ¿Para qué diablos tenemos tantas cámaras legislativas autonómicas, para qué el Congreso y el Senado, tan nutridos de Señorías culiparlantes, si, en realidad, el poder parlamentario no cumple hasta el final con su función?

Hay que cambiar el calendario legislativo, obligando al Parlamento a trabajar más días; hay que cambiar los reglamentos, hay que reformar a fondo el papel de la Cámara Alta, hay que modificar, aumentándola, la representatividad de los escaños, hay que forzar una mayor neutralidad de los presidentes de las cámaras… Solamente así evitaremos espectáculos como los que hemos vivido, como siempre, en este regreso al curso político: nada de debates comprometidos en el Parlamento nacional, nada de verdaderos controles en el Parlamento andaluz. Porque lo verdaderamente importante, para nuestros representantes, es conseguir un buen titular periodístico -Rubalcaba, de líder de la oposición, ganaba la tercera parte que Rajoy cuando tenía la misma condición_ y no llevar el debate hasta sus últimas consecuencias, hasta donde nos gustaría a los ciudadanos.

Y, ya que hablamos de titulares, me gustaría traer aquí, uno que pienso que está cargado de razón, del vicesecretario del PP Esteban González Pons: «que los líos de los políticos no nos estropeen la recuperación económica». Pienso lo mismo, aunque, quizá, mi pensamiento no sea idéntico a la intención con la que Pons pronunció su frase: porque los «líos» los están organizando todos los políticos, no los de este o aquel partido.

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