Rosa Villacastín – Letizia ¡Por Dios!


MADRID, 05 (OTR/PRESS)

Tengo amigas que desde que Letizia se casó con el Príncipe Felipe, me lo advirtieron: «esto no va a salir bien». Una frase que oído mil veces más, pese a que yo siempre estuve a favor del matrimonio del hijo del Rey con la nieta del taxista. ¿Por qué en una sociedad del siglo XXI una plebeya no puede casarse con un príncipe de sangre azul? En principio no había nada que lo impidiese pero nueve años después de aquella boda parece que tenemos un problema.

Cuando veo en los confidenciales de internet que las noticias más vistas se refieren a la pareja de herederos, me estremezco: ¿Qué está pasando para que poco a poco y a pesar de la discreción más o menos general de los medios de comunicación nuestra principal pareja se vea inmersa en una crisis? Y siguen muchas más preguntas: ¿dónde ha estado Letizia este verano?, ¿Por qué abandonó Mallorca tan precipitadamente?, ¿Qué busca esta periodista asturiana que se casó enamorada de Felipe?, ¿A qué vienen esos viajes y esas salidas a festivales de su música favorita?, ¿Por qué una persona que vive del presupuesto general y que aceptó libremente tras un divorcio y varias relaciones ser parte de la Familia Real se comporta como si no tuviera obligaciones institucionales o sólo fuera un trabajo a tiempo parcial?.

¿Que no le gusta Mallorca? Viaje a Marbella, a Asturias, a Santander, a Salamanca o a Galicia pero no juegue al despiste. Ser esposa del príncipe de Asturias no es un puesto laboral, es la máxima representación de los españoles, es el máximo honor que le pueda caber a un ciudadano, es una responsabilidad que no admite semanas de cinco días, es simple y llanamente una obligación a la que se comprometió al casarse con el príncipe de Asturias. Y si ha cambiado de opinión, manifiéstelo abiertamente y tome las medidas oportunas, pero no haga tonterías y deje que el pueblo imagine mil y una causas para su extraño comportamiento. Los ciudadanos asisten muy preocupados ante su comportamiento. Creo que, como me pasa a mi, no entienden nada. Vamos a ver, si está decepcionada por el papel que le toca desempeñar en la Casa Real en un momento especialmente difícil, dígalo claramente. Ya sabemos que la Monarquía está pasando por su primera gran crisis desde que el Rey Juan Carlos accedió al Trono pero precisamente por eso no contribuya a enrarecer aún más el ambiente que la rodea, no permita que empecemos a pensar que las cosas no andan bien con su marido o que está usted atravesando un difícil momento que no tiene pinta de acabar bien.

Por el amor de Dios, reflexione. Ser princesa hoy en día no es fácil. Tampoco lo es ser periodista o médico o cajera de supermercado. Pero no permita que los que no la quieren desde el principio tengan razón. En la sociedad en la que vivimos, la comunión entre un plebeyo y un descendiente de Rey puede ser clave para la supervivencia de la Monarquía y si no lo tiene claro, dígalo. Pero tonterías, las justas.

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