MADRID, 10 (OTR/PRESS)
Hacía falta coraje para manifestarse en contra de los juegos olímpicos en Madrid. Tenemos una clase política y un elenco intelectual que no tienen pasión por correr riesgos frente a los entusiasmos de la mayoría. Luego, cuando el globo se deshincha, eclosiona un consenso crítico que antes nunca existió.
De repente, en la sede del PP, en Ferraz, se han dado cuenta del contrasentido de que Ana Botella sea alcaldesa de Madrid. Como si las evidencias de su incompetencia no hubieran estado siempre presentes. Y ahora afloran las cifras de inversión y gasto del sueño olímpico. Humo, como en tantas otras ofertas imposibles e incumplidas del partido que nos gobierna. Pretenden que no hay responsabilidad en los empeños olímpicos porque la elección no estaba garantizad y dependía de esos señores extraños del Comité Olímpico.
Madrid 2020 fue una apuesta a la que se le dedicó mucho dinero. Pero solo se puede jugar a riesgo cuando el dinero que se empeña no se necesita para comer. Y aquí se ha disparado con pólvora que se ha quitado a los almuerzos de nuestros escolares, a las ayudas a la discapacidad y a los hospitales que se están privatizando para convertirlos en negocio. No ha caído premio ni siquiera reintegro. Y los que decidieron pretenden que no son responsables de esa apuesta. Como si hubiera sido obligatoria.
Pero el PSOE tampoco puede alzar la voz. No se quisieron quedar fuera por si tocaba el premio. Y estuvieron tratando de salir en las fotos, al lado de nuestra ínclita alcaldesa.
El coraje para decir lo que se piensa y que la mayoría no quiere oír forma parte del compromiso político. Pero aquí solo se quiere estar en las fotos a toda costa. Luego se pretende que no se tuvo nada que ver.
