A vueltas con España – Rajoy gana tiempo.


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

La carta de Rajoy a Artur Mas, además de ser una señal de buena educación, es evidente que tiene un significado político. No dice mucho, la verdad, pero tampoco descarta nada, y ahí está precisamente su valor. Rajoy trasciende el discurso simplista que encomienda a su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, para elevarse, sin mojarse. Muy en su estilo.

El presidente no tira de argumentario oficial y se abre al diálogo sin fecha de caducidad, sabedor de que la tesis del PP según la cual no se puede hacer nada, porque lo impide la Constitución, es tan poco sólida que deja de ser cierta cambiando la Carta Magna, lo cual está regulado en la propia Constitución, como debe ser, porque para eso está la política: para cambiar todo aquello que sea conveniente para la mayoría social.

De paso, Rajoy gana tiempo, su mejor arma en la política. Su partido tiene mayoría absoluta pero él no es Felipe González, ni su «tempo» es el del líder socialista: ni en España ni en Europa. Todo ha cambiado, para mal. Es lógico, por tanto, que quiera ganar tiempo y que mientras tanto no pase nada. Rajoy no es un hombre decidido ni tiene en su cabeza cambiar el Estado, ha sido un número dos útil y parece que como número uno las cosas le salen mal. Pero precisamente por todo ello, conoce sus limitaciones y su soledad política.

Darle una salida a Cataluña requiere amplios consensos en Madrid y en Barcelona, y a día de hoy no los hay. Pero los habrá, porque los catalanes así lo demandan. Lo ideal sería que hubiese ideas claras en ambas partes, determinación y valentía, un poco al estilo de lo que sucede en Canadá o el Reino Unido ante situaciones similares con Quebec y Escocia, respectivamente.

¿Qué salidas hay, además de que todo siga igual, que ya no es realmente una salida? En principio, hay tres: la secesión, el federalismo y un estatus singular para Cataluña. Y puede haber una cuarta, si la segunda y la tercera se complementan hasta satisfacer a los independentistas, de modo que se aparque y/o evite la secesión. Todo ello requiere mucho trabajo político, en busca de un nuevo consenso constitucional, donde se implique el mayor número posible de fuerzas, pero al menos tres de ellas: CiU, PSOE y PP.

¿Conclusión? Algo habrá que hacer, porque el cuento de que no se puede hacer nada ya no se lo creen los catalanes.

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