Antonio Casado – Lo del Tribunal Constitucional


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

La habilitación del presidente del Tribunal Constitucional, Pérez de los Cobos, para poner voz y voto en los debates sobre recursos presentados por las instituciones catalanas ha sido formalmente correcta y responde a razones políticas defendibles. A saber: la paz interna del alto tribunal, aquejada de continuos sobresaltos por otras recusaciones, por sus largos y penosos procesos de renovación, por el uso de sus sentencias como pedradas de ida y vuelta entre partidos políticos, etc.

Todo sea por devolver la estabilidad a la institución. Lo que no le devuelve, por ahora, es el prestigio. El apoyo de la mayoría de magistrados al susodicho no quita ni pone a un órgano colonizado por los partidos políticos en función de sus cosechas electorales. La independencia y la imparcialidad de los magistrados son causas perdidas. Después del espaldarazo de sus compañeros a Pérez de los Cobos, que mantuvo su militancia en el PP aún después de ser elegido para ocupar un puesto en el alto tribunal, esas causas no quedan ni más ni menos amenazadas que antes de este nuevo y vergonzante episodio.

Si conviene señalar la incongruencia en el discurso del PP, muy satisfecho de que su ex militante haya salido bien librado. Lo digo porque, como ustedes recordarán, este partido logró en 2007 que se retirase la voz y el voto a un magistrado, Pérez Tremps, en relación al recurso presentado en su día por el partido de Rajoy contra el Estatut. Había perdido aquél la imparcialidad, o la apariencia de imparcialidad, por haber elaborado previamente, a petición de la Generalitat (2003), un estudio sobre el asunto. Los argumentos utilizados por el PP se le vuelven en contra seis años después ¿Por qué era recusable Pérez Tremps entonces y no lo es Pérez de los Cobos ahora?

No es vergonzante pertenecer al PP, por supuesto, pero este señor actuó como si lo fuese (mala conciencia se llama), cuando fue elegido magistrado a propuesta del partido al que pertenecía. No porque se avergonzase sino porque, ante la letra y el espíritu de la normativa sobre incompatibilidades, se le hubiera cerrado el paso con toda probabilidad.

Señalar incongruencias en este u otro partido no tiene mérito. Dan muchos motivos. No nos hagamos trampas en el solitario. Ya es bastante precaria la imparcialidad de unos magistrados cuya afinidad política ya queda garantizada cuando deben el cargo a tal o cual partido. Visto así, no es de mejor condición la afinidad con militancia que la afinidad sin militancia. Y eso sirve también para los dos únicos magistrados que votaron a favor de la recusación de Pérez de los Cobos. Ambos, Luís Ortega y Fernando Valdés, ocuparon en su día altos cargos en los Gobiernos del PSOE y luego fueron elegidos a propuesta socialista. Justamente por afinidad política e ideológica.

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