Francisco Muro de Iscar – Audacia, autoridad, sensatez.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

El problema de o con Cataluña, relanzado de manera irresponsable por Artur Mas no se frena. Alguien ha escrito que el avión no está ya en tierra, ha despegado y lo único importante es dónde va a aterrizar y, sobre todo, cómo. Los sistemas de emergencia ya deberían estar alerta. Hasta ahora los políticos catalanes nacionalistas o independentistas han jugado la baza de los sentimientos y de los agravios, reales o supuestos. Y han ganado la batalla interna, especialmente de los jóvenes. Una gran cantidad de catalanes cree que «España nos roba» y que Cataluña sola irá mucho mejor. Y, lo que es más grave, los que piensan lo contrario o no son partidarios de la secesión, guardan silencio ante el miedo a ser marcados como «malos catalanes». La segunda parte del problema es que el País Vasco, que bajo Urkullu ha sido más pragmático, ya se ha colocado en la línea de salida. Dentro de la legalidad, hoy, sin garantías de que mañana sea así.

Tienen cierta razón. Al Estado español, al Gobierno de Rajoy les ha faltado audacia para plantear el debate dentro y fuera de Cataluña. Para poner en marcha mesas de debate y reflexión mutuas, para tratar de buscar acuerdos y soluciones. Rajoy ha tenido conversaciones privadas con Mas y ha apoyado financieramente a Cataluña para evitar su quiebra. Eso ya no es suficiente hoy, aunque es mucho más de lo que hizo Zapatero que con el Estatuto puso los cimientos para todo lo que está pasando. Sin sus gravísimos errores – incluso contra su propio partido que sigue dando tumbos desde entonces- este problema no sería hoy tan grave.

El «derecho a decidir» sin incluir qué decidir, es una falacia. Pero este tiempo es de eslogans, de imágenes, de marketing, con poco o ningún peso de racionalidad. La mentira, el engaño, la trampa funcionan si se apela adecuadamente a los sentimientos. A este Gobierno, además de audacia, le ha faltado autoridad. «El poder, dice José Antonio Marina, se ejerce desde la coacción (legítima o ilegítima). La autoridad se ejerce a través del respeto que suscita… El hecho de que instituciones fundamentales hayan perdido «autoridad» conduce al imperio del poder, de la coerción. Un modo de barbarie». La renuncia a ejercer la autoridad, a plantear el debate de fondo sobre el futuro de la España autonómica o sobre la reforma constitucional -con ideas, con tiempo, con los mejores expertos- lastra todo este proceso y pone en riesgo no ya la estabilidad institucional sino también la económica y financiera. Si Cataluña no tiene futuro fuera de España y de la Unión Europea, una España desgajada tardaría décadas en salir de la crisis.

La irresponsabilidad de muchos, la falta de coherencia de otros, la huida hacia delante de algunos dirigentes, el silencio de los intelectuales, el miedo de los empresarios y de muchos ciudadanos no ayuda a resolver el problema. Es todo un síntoma que un pequeño partido en Cataluña, Ciudadanos, sea el que pida «sumar» y saque los colores a un PSOE dividido que no sabe lo que quiere, a un PP que ha derrochado casi todo su capital en Cataluña y a un Gobierno que no se atreve a llevar su voz a Cataluña de frente y por directo.

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