Cayetano González – Real debate.


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

¡Como somos a veces los periodistas y los medios de comunicación! Fue saber que el Rey tenía que volver a pasar por quirófano para operarse de nuevo de la cadera y empezar otra vez con el debate de si debe o no abdicar en el Príncipe. Dio toda la impresión de que la salud del enfermo regio, pero que al mismo tiempo es el ciudadano Juan Carlos, importaba mas bien poco. El morbo no estaba en la infección de su cadera, sino en las consecuencias políticas de este nuevo contratiempo en la salud del Rey.

Es cierto que el debate lo ayudaron a azuzar los de siempre: los que no son para nada monárquicos pero que aprovechan cualquier ocasión que se les presenta para dar todo tipo de consejos al Rey, incluso en un ejercicio que raya lo esperpéntico, recomendándole que se operara en un hospital público por eso de que lo políticamente correcto es defender la sanidad pública. Digo yo que para la elección de un centro hospitalario donde ser intervenido, lo importante no es si pertenece a la red pública o privada, sino si cuenta, por ejemplo, con el equipamiento idóneo para llevar adelante la intervención. O en el caso del Rey, pensar en causar el menor trastorno al resto de los pacientes ingresados, teniendo en cuenta las medidas de seguridad que hay que tomar, etc.

En mi modesta opinión, no tengo dudas que el Rey sería el primero que se plantearía su abdicación si en conciencia no se encontrara en las condiciones físicas y mentales necesarias para seguir ejerciendo su importante función. Don Juan Carlos -con sus errores y defectos- ha demostrado con creces a lo largo de su reinado que lo único que le mueve es el servicio a España, y llegado el caso haría lo mejor para nuestra Nación. Pero mientras no se produzca esa situación, el Rey debe de seguir, entre otros motivos, porque si hacemos caso del consejo ignaciano «en tiempos de turbación, no hacer mudanza», no parece que el momento actual sea el mas indicado para llevar a cabo un relevo en la Jefatura del Estado.

Por otra parte, un factor de tranquilidad político e institucional lo aporta el saber y constatar que, en caso de necesidad, el Príncipe Felipe está ya ahí, suficientemente preparado y en condiciones de tomar el relevo de su padre. Durante los últimos años se ha producido un claro y evidente proceso de maduración en el heredero de la Corona, acompañado de un creciente auge de su popularidad. Por lo tanto, llegado el caso, la solución está garantizada. Pero no hay porque adelantar acontecimientos. Dejemos que el Rey, en base a su patriotismo y a su conciencia del deber, marque los tiempos, tome las decisiones que considere oportunas y, mientras tanto, deseemos que la intervención quirúrgica de este martes sea un éxito y tenga una total recuperación.

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