A vueltas con España – Triste realismo económico.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha reconocido finalmente lo que de todos es sabido: para reducir el desempleo, España requiere unos avances del PIB entre el 2% y el 3%. Traducido: el problema económico y laboral de España es de crecimiento, competitividad y productividad. España se quedó sin la construcción y, de buenas a primeras, no supo qué hacer para suplir ese tremendo vacío. Y sigue sin saberlo.
Por muchos ajustes que se hagan -saneamiento financiero, rebajas salariales y contención del gasto público en los servicios sociales, que no en el pago de la deuda-, será difícil que España pueda salir a flote sin una reforma fiscal y sin una nueva política europea. La alternativa a nuevas subidas de impuestos sería perseguir el fraude y la evasión de capitales, ya que si se evitasen ambos fenómenos la recaudación fiscal podría duplicarse, pero los resultados son modestos, y la alternativa a la «ayuda» de Europa no existe, porque si no llega de Alemania, vía Bruselas, no vendrá de ningún sitio.
Todo eso sigue siendo así, tras cinco años de crisis, porque en España las causas del cambio de tendencia no pueden atribuirse exclusivamente al impacto internacional de la crisis financiera iniciada en Estados Unidos, sino más bien a las propias debilidades del patrón de crecimiento, ligado en exceso a la construcción. De facto, la vivienda se había convertido en un motor importante de la economía, entre otras cosas gracias a la liberalización del suelo, lo cual ayudó a crear un gran número de empleos tanto directos como indirectos, que con la crisis desaparecieron y no volverán por arte de magia.
No perdamos de vista la cruda realidad. La evolución de los precios de la vivienda fue muy pronunciada al alza, al pasar desde los 692,7

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