Al margen – La euforia del rico.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

La depresión del pobre suele corresponderse con la euforia del rico, del mismo modo que lo que le falta al uno se corresponde con lo que le sobra al otro, pero pocas veces alguien lo ha explicado mejor que Emilio Botín el otro día: «Llega dinero de todas partes», Y a chorros, al parecer. Toda vez que España está en almoneda, liquidándose a precios de ganga cuanto pudiera conservar todavía algún valor, no sería lo que dice Botín tan raro como a primera vista parece, pero aun en ese caso: ¿A dónde va a parar el dinero que llega? A la creación de puestos de trabajo, no, desde luego, y a los hogares de los millones de españoles que hozan en la miseria a consecuencia de los salvajes recortes, tampoco. Menos aún para el socorro de los que no pueden valerse, para que no emigren los mejores brazos y los mejores cerebros, para dotar a la Administración de Justicia de los medios que precisa para poner un poco de orden en el actual sindiós, o, sin más, para proporcionar alimento a los dos millones de niños que pasan hambre en España.
El subidón de Botín sugiere que él si sabe a dónde va a parar el dinero que está llegando de todas partes y a espuertas. Los demás, nos lo imaginamos. Nunca los ricos gastaron tanto como ahora, cual demuestra el aumento vertiginoso de las ventas de artículos y bienes de lujo, lo que induciría a suponer que nunca les ha sobrado tanto. Agarrados como son de suyo, mucho les tiene que andar sobrando para que se lo fundan tan alegremente. Se trata también, sin duda, de un efecto de su euforia. Llega dinero de todas partes, pero sólo les llega a ellos, incluso, o principalmente, el que habría de llegar para remediar a todos. A quienes más se les nota esa euforia es, sin duda, a los ricos que van de empresarios. Su líder, Juan Rosell, ya solicita, impelido por ella, la laminación total de los derechos de los trabajadores. El recurso de inconstitucionalidad contra la Reforma Laboral de Rajoy duerme en el Tribunal Constitucional, que ni figura en su agenda, y eso dispara la euforia más si cabe.
Llega dinero a España de todas partes y en cantidades industriales, pero nadie ve un duro, salvo Botín y otros pocos de vista privilegiada, de indio sioux. Debe tratarse de dinero para la especulación, invisible e inaprensible para el resto de los mortales. Cada vez, por cierto, más mortales.

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