Victoria Lafora – ¿Nos hemos vuelto locos?.


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Puede que la macroeconomía esté dando señales inequívocas de recuperación, que la balanza de pagos -gracias, entre otras cosas a la reducción de salarios y a la caída fulminante de las importaciones- de un resto muy positivo, que el Ibex 35 esté disparado, que la prima de riesgo se encuentre en un nivel aceptable, que paguemos un interés mínimo por el dinero que se nos presta y que invertir en deuda pública española vuelva a ser atractivo; pero lanzar las campanas al vuelo como lo ha hecho el señor Botín, emulando las fanfarronadas del ministro Montoro, con frases como que vivimos un «momento fantástico porque a España le llega dinero para todo», resulta, cuando menos, insultante para esos españoles que a duras penas logran llegar a final de mes, para los seis millones de parados, para esa gran parte de la clase media que está ingresado dolorosamente en la pobreza o los pobres que han caído dramáticamente en la indigencia, y para las pequeñas y medianas empresas que se han visto obligadas a cerrar porque no logran que se les conceda un maldito crédito (El banco del señor Botín, tampoco). O sea, un insulto para la gran mayoría de españoles de a pie.
Probablemente, tanto el señor Botín como eL señor Montoro, estén obligados a lanzar mensajes de optimismo, sobre todo cuando lo hacen en foros internacionales, pero sería bueno que lo hicieran con una cierta contención formal; una cierta mesura y algo de pudor frente a una sociedad recortada y maltrecha.
¿Es que nos hemos vuelto locos?

Cuando el enconamiento hierve en Cataluña, unos y otros se están dedicando a echar más leña al fuego. Deberían sentarse a dialogar o hacer un ejercicio de pedagogía, mostrando al pueblo -al catalán y al del resto de España- la realidad de la situación. Contestar a los agravios de los que se queja el President Más con cifras. Reconocer lo que haya que reconocer y rebatir con datos aquello con lo que no se está de acuerdo. Pero hacerlo como deben hacerse las cosas en democracia.
Porque lo último que se espera de dos dirigentes políticos del nivel que ostentan, la vicepresidenta del Gobierno y el president de la Generalitat, es el ridículo espectáculo que han dado en el acto organizado por Fomento del Trabajo. Y todo ello por una estúpida cuestión de protocolo. Soraya Sáenz de Santamaría avisa de los riesgos que conlleva «perder la concordia, la convivencia y la estabilidad». Pero impide con su actitud que esa concordia y esa estabilidad se materialicen. Y el president Más, por su lado, al que probablemente asista la razón protocolaria, se aferra de manera infantil a un supuesto nuevo agravio para dar un plantón a la vicepresidenta y a los empresarios.
¿Es que nos hemos vuelto locos?

¿En qué estaría pensando María Dolores de Cospedal cuando interpuso una demanda contra el País y contra Bárcenas, sabiendo, como debía saber, que los famosos papeles eran ciertos y que en ninguna medida se podía acusar al mensajero? ¿Se volvió loca la secretaria general del PP al lanzar ese torpe boomerang? Solo una enorme estulticia, unida a la idea que algunos tienen de su propia inviolabilidad, podría justificar tamaña metedura de pata.
No, no están locos. Lo que sucede es que el nivel de quienes representan las instituciones en nuestro país es desgraciadamente muy bajo. No están dando la talla, y mucho menos en tiempos procelosos como los que vivimos.

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