Rafael Torres – La segunda de Wert


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Aunque de los miembros del actual gobierno cabe esperar, ver y oír cualquier cosa, y del titular de la cartera de Educación, señor Wert, particularmente, más de un ciudadano, y más de un millón, tuvo que frotarse los ojos y los oídos varias veces, en la víspera de la última huelga de la enseñanza, antes de comprobar que lo que veía y oía de labios de la Secretaria de Estado de Educación, la segunda de Wert, Montserrat Gomendio, estaba pasando en realidad: en un vídeo como esos que los reyes y los estadistas interpretan en las grandes ocasiones para felicitarle al pueblo las Pascuas o para anunciar su abdicación o la dimisión de su cargo, la tal secretaria excitaba a los padres de los alumnos, convocados también a la huelga contra la Ley de Enseñanza de su jefe, a mirar con malos ojos a los profesores y a los maestros de sus hijos. No se fíen de ellos, que esos tienen trabajo estable, mientras que a ustedes se les come el paro, les vino a decir Gomendio.
Calificar de maliciosas las palabras de Gomendio y las intenciones que desvelaban sería, tal vez, desproporcionado. La calificación de brutales, siquiera para una sensibilidad corriente, sería más cabal. ¿En qué cabeza cabe que la práctica unanimidad en contra que ha suscitado la Ley viejuna y radicalmente injusta de Wert puede quebrarse con esos ardides más viejunos todavía, más propios de la intimidación totalitaria que, por supuesto, de la humildad y decoro que los gobernantes han de imprimir en su relación de servicio con sus patronos, los ciudadanos?

La última huelga de la Enseñanza contra la Ley Wert ha sido un éxito de participación, pero no habría que regatearle a Montserrat Gomendio Kindelan, Secretaria de Estado del ramo, sus méritos. Sin ese vídeo alucinante (las ruedas de prensa y las preguntas deben gustarle a Gomendio menos que a Rajoy) y sin esas palabras tan mezquinas como alentadoras en vísperas de la gran movilización de la comunidad educativa, alguien, quizá, no se habría sentido lo suficientemente estimulado para salir a la calle a expresar su aversión. Con ese vídeo y esas palabras, sí. De sobra.

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