Escaño cero – El dolor de la sorpresa


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

A los dirigentes del PP les asalta un sentimiento de estupor y de sorpresa por los abucheos recibidos durante la manifestación de las víctimas del terrorismo el pasado domingo. No se lo esperaban y aún no se explican como les pudieron abuchear, como se pudieron lanzar reproches contra el Presidente Rajoy, contra el Gobierno, contra el mismísimo PP. No lo comprenden porque no hace tanto ellos encabezaban las manifestaciones codo con codo con algunas de las asociaciones de víctimas del terrorismo.
Visto desde fuera lo sucedido no es una sorpresa. El PP en sus años de oposición se dedicó a azuzar a las víctimas del terrorismo contra el Gobierno socialista. No diré que no había razones, pero seguramente los populares no tuvieron en cuenta que algún día les tocaría a ellos gobernar y que entonces serían juzgados con la misma dureza que entonces se juzgaba al Gobierno socialista.
Es difícil nadar entre dos aguas que es precisamente lo que le pasa al Gobierno Rajoy. Por un lado no tienen más remedio que acatar la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, por otro no pueden hacer nada por hacer reversible los efectos de esa sentencia, están maniatados por las realidad y eso es lo precisamente por lo que protestan las asociaciones de víctimas del terrorismo.
Atrás quedan los años de oposición cuando era fácil hacer demagogia, poniéndose al frente de algunas de las manifestaciones de las víctimas. Hoy los miembros del Gobierno del PP no se atreven a hacerlo, saben que no pueden, que no deben…
Lo cierto es que tanto el PP como el PSOE en algunos tramos del camino han cometido el error de no pactar una política antiterrorista que no estuviera sometida a los vaivenes de intereses partidistas. De la misma manera que en su día debieron pactar por lo menos algunos de los artículos del Código Penal que tienen que ver con delitos terroristas y con otros delitos igualmente brutales, por ejemplo el asesinato de Sandra Palo o el de las niñas de Alcasser.
A quienes los terroristas les han asesinado a su padre, a un hermano, a un hijo, a un amigo, difícilmente nadie les puede hablar de que la Justicia es ciega y por tanto no pone rostro ni mucho menos puede dejarse influir por el dolor de las víctimas. Igualmente para quién ha perdido una hija violada o asesinada con toda crueldad, como es el caso de Sandra Palo, les resultará imposible comprender las razones jurídicas del Tribunal de Estrasburgo.
El dolor es dolor y quien siente el desgarro del dolor por haber perdido a sus seres queridos no pueden soportar la imagen de los terroristas, de los violadores, de los asesinos, saliendo de las cárceles, y todos debemos de acompañarles y comprenderles en su desolación.
Por eso es lógico que las víctimas del terrorismo abuchearan a los dirigentes del PP, y que se escucharan gritos contra el Gobierno. Creo que para la inmensa mayoría de ciudadanos la sentencia del Tribunal de Estrasburgo ha sido no solo una decepción sino que ha venido a echar sal en una herida que nunca cicatrizará porque al que le han asesinado a su padre, a su hijo, a un hermano, no puede olvidar.
Hay quienes creen que el Gobierno no ha hecho lo suficiente, que tendría que haber movido sus fichas en Estrasburgo, pero me parece a mí que ese reproche lleva a un callejón sin salida.

Lo cierto es que gusten o no en un Estado de Derecho las sentencias hay que acatarlas. Podremos criticarlas, podremos echar pestes contra los jueces, pero hay que acatarlas por más que duelan.
Lo que sí deberíamos hacer entre todos es intentar poner las cosas en su sitio que no es otro que ETA ha sido vencida. Es cierto que sus asesinos salen a la calle, pero después de cumplir condena por más que pudiera desearse que cumplieran mucho más. Pero ETA ha sido derrotada aunque no haya entregado las armas. La ha derrotado la propia sociedad.
Por más que nos repugne ver a los asesinos pasearse por las calles, lo cierto es que han purgado años de cárcel por nada, absolutamente por nada porque ninguna de sus pretensiones se ha hecho realidad. Han perdido la batalla y eso es lo sustancial.
Naturalmente el que ha perdido a su padre, a su hijo o a su hermano puede que no le consuele esa derrota general y necesite ver a los asesinos para siempre pagando en la cárcel por el daño hecho. Pero la Justicia tiene sus propias reglas, sus propios tiempos, su propia razón de ser. La Justicia impartida por el Tribunal de Estasburgo ha abierto una inmensa y profunda herida en la sociedad española pero aún así, no me cansaré de insistir, hay que acatarla.
Es al Gobierno al que le corresponde hacer un relato de lo sucedido, quien debe de explicar a las víctimas y a la sociedad los porqués, pero sobre todo quién debe de recordar lo fundamental, y es que ETA es hoy la sombra de una pesadilla terrorífica, pero que esa pesadilla ha sido derrotada, se ha acabado sin que ni el Estado ni la sociedad hayan pagado ningún precio.
Ya digo que ese es el relato que tiene que hacer el Gobierno.

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