Charo Zarzalejos – Rubalcaba y los encajes pero de bolillos


MADRID, 31 (OTR/PRESS)

Perece obvio que Rubalcaba no desiste. No desiste de establecer con el PSC unas relaciones que no se lleven por delante al PSOE. Cualquier líder de cualquier partido trata siempre y por todos los medios de evitar que la sangre llegue al río. Se buscan o se imaginan acercamientos, se contextualizan las discrepancias, se pone en valor lo coincidente, etc. Rubalcaba no va a ser distinto y está dispuesto a agotar todas las posibilidades para que la ruptura no se produzca. Esto significa que el secretario general del PSOE se ve y se va a ver obligado a hacer encaje, pero no cualquier encaje, sino el de bolillos, cuya técnica pasa de generación en generación porque o se aprende desde pequeño o luego su aprendizaje resulta especialmente complicado. Eso dicen las personas que lo han intentado.
Rubalcaba lleva años y años en política y él, por trayectoria, también es «vieja guardia» decidido a gestionar un «nuevo» PSOE. Creo que es de los que se las saben todas pero por inteligente que sea, que lo es, todo equilibrio tiene un límite. Todo apunta que está rozando peligrosamente ese límite. Pensar que las discrepancias vienen solo de la llamada «vieja guardia» no sería medir bien las fuerzas. Susana Díaz, cada vez con más mando en plaza en el seno del PSOE, no es precisamente «vieja guardia» ni tampoco lo es el presidente de Asturias. Es seguro que en Castilla-La Mancha, en Castilla y León, en Extremadura y en otros muchos lugares muchos socialistas opinan que más pronto que tarde habrá que tomar decisiones en relación al PSC o el PSC en relación al PSOE. Si el PSC se siente parte integrante del PSOE, aunque no sean exactamente el mismo partido, tendrá que repensar si es posible su convivencia con el PSOE teniendo que gestionar una discrepancia tan de fondo como es el sí a la consulta, aunque está pactada. En este contexto afirmar como afirmó Soraya Rodríguez que la responsabilidad era de Rosa Díez por presentar mociones que no tenían sentido, indica hasta que punto la dirección del PSOE puede sentirse atrapada sobre sí misma. Si lo que se plantea es rechazar una consulta por la independencia o que si hay consulta ésta sea para todos los españoles no debería suponer problema alguno para un partido, como el PSOE, que en sus señas de identidad es haber creído siempre en España y en su unidad. El problema no es Rosa Díez, el problema es el del PSOE.
El plazo para el inicio de la Conferencia Política se acorta y nadie pone la mano en el fuego de que en los próximos días «no tengamos alguna más». Haya o no haya alguna más, lo que está claro es que de esta Conferencia -no hay que engañarse- los asuntos o propuestas que de debatan no emocionan nada. Es verdad que se han presentado muchas enmiendas y eso indica un cierto nivel de interés. Pero en los pasillos de este encuentro socialista se va a hablar de otras cosas: Cataluña y las primarias y quien sabe si de alguna cosa más. La experiencia nos dice a muchos que es en los pasillos en donde se fraguan acuerdos, se casan mayorías y se deciden estrategias. Rubalcaba lo sabe mejor que nadie. Por ello y no sólo por las complicadas relaciones con el PSC, Rubalcaba esta haciendo encaje pero de bolillos. No cualquier encaje.

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