Escaño Cero – Dos años después


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Pues no, no lo tiene fácil Mariano Rajoy cuando está a punto de llegar a la mitad de la legislatura. Las encuestas reflejan una notable decepción de los ciudadanos por su acción de gobierno, y esa decepción también la comparten sus propios votantes. Lo cierto es que al presidente se le acumulan los problemas y lo peor es que parece que no se enfrenta a estos.

Yo creo que no es así, o al menos que no es así del todo, que lo que sucede es que Rajoy tiene su propio estilo de hacer y estar en política y que como huye de hacer declaraciones y de los periodistas parece que aún hace menos de lo que seguramente hace.

Y es que no me puedo creer que el presidente se esté fumando un puro cuando hay problemas del calado del órdago de los nacionalistas catalanes al Estado, o cuando la economía real, es decir la de los ciudadanos, no termina de despegar.

Si fuera así sería un irresponsable. Por eso prefiero creer que es una cuestión de estilo de hacer política que eso sí, en mi opinión es equivocada, porque en democracia los políticos tienen la obligación de explicarse todos los días y no solo los fines de semana en actos partidistas ante un público entregado.

Por lo pronto las encuestas auguran que de seguir así las cosas el PP puede sufrir un revés electoral en las próximas elecciones europeas. Tampoco son buenas sus perspectivas electorales para las autonómicas y municipales. Madrid y el País Valenciano están en juego no sólo porque los populares hoy por hoy no tienen buenos candidatos sino porque la gestión de los actuales gobernantes autonómicos y municipales, lease por ejemplo Ana Botella, está resultando un desastre.

Creer que si la economía mejora los ciudadanos se van a olvidar de lo mal que lo están pasando y sobre todo de como se está desmontando el Estado del bienestar, es tanto como creer en los Reyes Magos. El Gobierno de Rajoy se ha enfrentado a casi todos los colectivos, médicos, profesores, estudiantes, investigadores, autónomos, funcionarios, pequeños empresarios, pensionistas…

La subida de impuestos ha ahogado a las clases medias, pero sobre todo el recorte de derechos y de prestaciones sociales es algo que está provocando un profundo malestar en la sociedad.

Rajoy sabe, o debería de saber, que buena parte de los médicos, enfermeras y todo el personal sanitario que sale a la calle a protestar por la política de sanidad y de privatizaciones, no son militantes de la izquierda, sino profesionales que defienden un modelo, el modelo público, gratuito y universal para la sanidad. O que en los distintos colectivos de profesores no todos son de izquierdas.

Lo mismo se puede decir de los alumnos y sus familias. Es decir que el Presidente se equivocará si piensa que las movilizaciones en la calle responden a una estrategia de la izquierda porque la realidad es que los partidos de izquierda están yendo a remolque de los movimientos sociales.

Es decir, que las movilizaciones en la calle lo que denotan es el cabreo monumental de los ciudadanos contra el Gobierno. A los hechos me remito y para ello vuelvo a las encuestas: en todas las que se vienen publicando tanto el presidente como sus ministros suspenden.

Me parece a mí que el presidente debería de rectificar el rumbo. El suyo es un gobierno con un alto contenido ideológico que está llevando adelante un programa extremadamente conservador. Como ejemplo ahí está el ministro Wert.

Pero para rectificar el rumbo además debería de remodelar su Gabinete porque al fin y al cabo la política la hacen las personas.

En mi opinión el presidente está tocando techo y enroscarse en el inmovilismo le va a pasar factura. Además no hay nada peor que los ciudadanos crean que tienen un presidente ausente. Y esa es la sensación que produce Rajoy, que vive en otra realidad, una realidad que nada tiene que ver con la de los españoles de a pie que se enfrentan cada día al latigazo de la crisis económica, a la perdida de empleo, a recortes en su sueldo, a la angustia de no poder pagar los estudios universitarios a los hijos, o simplemente a llegar a fin de mes.

Y en esa realidad están los pensionistas, muchos de los cuales se han convertido en el sostén de hijos y nietos. También forman parte de esa realidad los jóvenes que tienen que emigrar en busca de un empleo, o aquellos que han cumplido los cincuenta y se les aplica algún ERE que les lleva directamente a la calle.

El presidente debería de poner el oído en la calle, enterarse del sufrimiento de los ciudadanos, del descontento creciente, y por supuesto debería hacerse visible y sobre todo explicar adonde va, adonde nos lleva. Vamos, digo yo.

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