Fotos y vídeos de abortos en televisión. ¡Que los emitan en prime time!


Hoy vuelvo a escribir sobre el aborto, pero en esta ocasión me siento muy acompañada. Digo esto desde la soledad de quien voluntariamente ha decidido llevar el estandarte de la defensa de la vida, aun a costa de alguna que otra purga. ¡Si yo les contara! No es ni cómodo ni políticamente correcto defender la vida “a diario”, en cualquier lugar y momento, más allá de fechas señaladas. Agradezco, no obstante, a cuantos se manifiestan estos días a favor de la vida, aunque sería deseable una continuidad y una presencia más activa. De lo contrario, el día después de la marcha, las buenas intenciones pasarán al archivo del olvido.
Todo lo que tenía que decir sobre el aborto ya lo hice en mi libro Déjame nacer. El aborto no es un derecho. Quería haberlo titulado Genocidio legal, pero me faltó valor para plasmar en la portada, con dos palabras, el horror execrable del aborto en nuestra moderna sociedad, auspiciado por ideologías siniestras, y amparado por regímenes democráticos.
En él cuestiono y denuncio la implicación de varias instituciones social y políticamente intocables, contaminadas por la acción tóxica de la ideología de género y los planes de acción para implantar la “salud reproductiva” allí donde hace falta educación y agua potable.
Las palabras Genocidio legal sobre la foto real de un bebé en gestación abortado hubiera sido más gráfico pero, sin duda, infundiría cierta inquietud a quienes no quieren ver perturbada su conciencia. ¡Y las imágenes de fetos abortados perturban!
He contado muchas veces cómo en una ocasión me llegó por correo un sobre con unas veinte fotos de abortos. Una de ellas era escalofriante. Se veía un niño decapitado con una cara de sufrimiento que te helaba el corazón. Empecé a llorar y no podía parar. ¡Cómo era posible que eso estuviese sucediendo, y que además se reclamase como un derecho de la mujer! O estábamos locos, o nos habíamos vuelto insensibles, o nos estaban engañando. Como periodista, ¡tenía que hacer algo! Y así fue cómo me metí de lleno a investigar el sórdido mundo del aborto, un entramado imperio de dolor y muerte que factura miles de millones al año.
Las fotos y vídeos de bebés abortados tocan conciencias. Que se lo pregunten si no a don José Blanco, alias Pepiño, cuando en un programa de Intereconomía lo invitaron a visionar un vídeo sobre el aborto. Casi se desmaya, lo cual dice mucho a su favor. Pero enseguida se repuso y tirando de argumentario del partido se erigió en defensor del derecho de la mujer.
Las fotos sobre el aborto conciencian y los antivida lo saben. Por eso hacen casi imposible su difusión. A este respecto, un viejo artículo del padre Frank Pavone titulado Las fotos en la dinámica de la reforma social, plantea la conveniencia o no de presentar fotos de niños abortados para mostrar la cara del aborto en su realidad total. No existe un criterio unificado entre los defensores de la vida sobre la difusión de estas imágenes. Yo entiendo que un exceso de prudencia, de alguna manera, puede hacernos cómplices de quienes perpetran esos horrores que con tanto celo quieren esconder.
Quienes llevan luchando desde siempre en los movimientos provida confiesan que muestran cierta timidez a la hora de denunciar las imágenes de los abortos, por su dureza y realismo. Pero, ¿cómo mostrar esta realidad si lo que no se visibiliza no existe? A este respecto, el presidente de provida Valencia, Justo Aznar, a propósito de un audiovisual que tenían colgado en YouTube, señaló que “hay quien se escandaliza con el contenido del vídeo y nos increpan diciendo que no es necesario mostrar la horrible y repugnante realidad del aborto. […] Sólo cuando se muestran imágenes de la violencia mortal que entraña un aborto nos damos cuenta de lo que significa de veras”. Es cierto que no se debe forzar a nadie a ver imágenes que puedan herir su sensibilidad, pero es necesario que las gentes bienintencionadas conozcan el horror que se perpetra diariamente en muchos centros abortistas del mundo, porque, como bien señala el padre Pavone, una vez que estas imágenes tocan el corazón de una persona, ya nunca más vuelve a ser la misma.
La historia nos demuestra que unas imágenes impactantes mostrando la realidad, fueron definitivas a la hora de movilizar conciencias en pro de determinados derechos humanos. Las imágenes serán vitales en la concienciación contra el aborto, como lo fueron en su día para sacar a la luz los horrores de la segregación negra, el holocausto nazi, las guerras, las hambrunas, el terrorismo o los orfanatos rusos y chinos.
Es hora de prescindir de posturas para caer más o menos simpáticos. Es hora de luchar con todas las armas contra la multinacional de la cultura de la muerte. Es urgente que desde el periodismo, la educación, la religión, la ética o la antropología se incidan en el horror que supone el aborto en una sociedad que tanto presume de defender los derechos humanos.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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