Rafael Torres – Canal 9, a negro


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

A la hora de escribir esta columna, la policía ocupa, por orden judicial, las instalaciones de Canal 9, en espera de la orden subsiguiente de desalojo de las mismas y de la clausura de las emisiones.
Hace unas horas, la presidenta de la Asociación de Víctimas del terrible y silenciado accidente del metro de Valencia ha sido entrevistada por primera vez en los estudios de la emisora por los periodistas rebelados contra el cierre, pero para ello Beatriz Garrote ha tenido que entrar por una ventana. Poco antes, el técnico comisionado por el Gobierno de Fabra para desenchufar la señal, Paco «Telefunken», ha desobedecido la orden, permitiendo esa entrevista y las últimas emisiones de la cadena, las primeras libres, centradas en la crónica de su propia agonía. La policía, pues, se apresta a intervenir para poner a los trabajadores de patitas en la calle, donde muy pocos encontrarán otro empleo con el que procurarse el sustento propio y el de sus familias.
Entre tanto, quienes arruinaron moral y económicamente la Radiotelevisión Valenciana, quienes usaron sus recursos para enriquecerse mientras escamoteaban a la ciudadanía el relato de la realidad y la entontecían con programas ínfimos, groseros y delirantes, disfrutan del botín sin que la policía ni juez alguno les diga ni pío.
Ocasiones para que la Policía entrara por orden judicial en Canal 9 las ha habido, y sobradas, durante su existencia. Por ejemplo, cuando la cadena soslayó el citado accidente del metro de Valencia, casi medio centenar de muertos, pues era inminente la llegada a Valencia de Benedicto XVI y nada debía estorbar el negocio de las empresas de la trama Gürtel que se forraron con la organización de la visita. Pero no entró. Ni entonces, ni nunca. Sólo ahora, cuando, decretado el cierre de Canal 9 por quienes lo arruinaron, los trabajadores pretenden, demasiado tarde, hacerse valer, plantarse y resistir. Se trata de un suceso terrible éste de la muerte a manos del Estado de un bien perteneciente a la sociedad, como lo ha sido también su secuestro durante tantos años.
Ahora mismo, la última imagen de Canal 9 se ha desvanecido, se ha ido a negro. En el tiempo que media entre el arranque de esta columna y sus últimos párrafos, Canal 9 se ha ido a negro. Antes, y hasta el momento postrero en que los trabajadores se hicieron cargo de él, había sido azul, exclusivamente azul, una sentina azul de manipulación y feísmo. Hace frío en Valencia.

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