Antonio Casado – El viaje a ninguna parte


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Claro que es una vía útil la búsqueda de un encaje «diferenciado» de Cataluña en el vigente orden jurídico-político del Estado español. Y, más allá de las discrepancias sobre el mejor momento de intentarlo, no hay razón para suponer que el Gobierno central, llegado el caso, se iba a cerrar en banda a cualquier oferta de diálogo. Lo que pasa es que si la contraparte se descuelga con una propuesta de fragmentación de la soberanía, está estrangulando cualquier posibilidad de diálogo.
Pedir la luna es el recurso más seguro para constatar la escasa disposición del otro a negociar con voluntad de entenderse. Eso se ajusta perfectamente a la situación creada con el último paso de los nacionalistas catalanes hacia la vía muerta de su ofensiva. Con una mano levantan el cartel de la pregunta sobre la posibilidad de un Estado catalán dependiente (opción A) o independiente (opción B). Con la otra alzan la pancarta que acusa al Gobierno de rechazar cualquier forma de diálogo.
Es propio del nacionalismo catalán tenido por moderado (CiU). En la cara A de su discurso defienden el derecho a decidir como si fuera una posición neutra frente a lo que decidan o dejen de decidir los catalanes. Pero en la cara B repican la idea de que «España nos roba» y montan un simposio para añadir que «España nos oprime desde hace 300 años».
Si de verdad creen que España roba y persigue a los catalanes, nadie puede creerse que su empeño en convocar un referéndum solo está movido por la curiosidad de saber como se reparten las voluntades del pueblo. Más bien parece que la convocatoria de la consulta, en el caso remotísimo de que llegue a celebrarse, es un paso más en su vana aspiración secesionista.
Por cierto, que a los nacionalistas, juntos y ruidosos, les cunde cada paso que dan mucho más que a los no nacionalistas desunidos y silenciosos. Al menos hasta ahora, y esto sí habrá que agradecérselo a Artur Mas y compañeros de viaje hacia ninguna parte. Me refiero a su habilidad para conseguir que Rajoy y Rubalcaba hablasen este jueves con una sola voz para decirles que el Gobierno, el PP y el PSOE no tienen la menos intención de colaborar con ellos en la voladura del Estado.
En la reacción conjunta de los no nacionalistas fue cosa de ver cómo el primer secretario del PSC, Pere Navarro, y la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, salían al paso de los últimos acuerdos del frente soberanista (CiU-ERC-ICV y CUP) prácticamente con las mismas palabras: «rupturista», «unilateral» y «condenada al fracaso». Así calificaron ambos la propuesta nacionalista conocida el jueves pasado sobre la pregunta y la fecha en la que convocarían el referéndum. Si les dejan. El presidente del Gobierno, secundado en esta ocasión por el líder del principal grupo de la oposición, juntaron sus voces cinco minutos después para decir: «¡No¡».

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