Más que palabras – El desafío


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Lo sabíamos, pero no terminábamos de creerlo. Artur Mas ha cruzado la línea roja y ha lanzado un jaque a España, en un intento de romper la unidad mediante la consulta soberanista que, se mire por donde se mire, conculca los artículos 1 y 2 de la Constitución. En ellos se dice, textualmente que «La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que mandan los poderes del Estado» y que «La constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran, y la solidaridad entre todas ellas».
No hay que ser un constitucionalista experto para ver, claramente, que el desafío de Mas rompe con ambos principios y la pregunta es ¿ahora qué?. Hace tiempo un importante miembro del Gobierno me comentó que José Luis Rodríguez Zapatero, en su traspaso de papeles a Mariano Rajoy le advirtió, seriamente, que los problemas no le vendrían por el fin de ETA, ni por el País Vasco sino por Cataluña y que pusiera toda su atención en los pasos de Mas.
Debe ser de las pocas, por no decir la única predicción que se ha cumplido del anterior presidente del gobierno pero, sea como fuere, el desafío está aquí y es la hora de que los constitucionalistas, todos los partidos, los grandes y los pequeños no nacionalistas se deberían unir y con una sola voz decir un NO claro y rotundo a las pretensiones de un presidente de la Generalitat, perdido en su huida hacia adelante.
Artur Mas, en su camino hacia ninguna parte ha querido dar satisfacción tanto ERC como a Unió o ICv. Junqueras le había amenazado con provocar la caída de su gobierno si la palabra independencia no figuraba en la consulta y su socio Duràn le exigía una pregunta ambigua. El resultado, según su plan, es que el 9 de noviembre de 2014, los catalanes vayan a las urnas para responder a dos preguntas. ¿Quiere usted que Cataluña se han Estado? Y si es así, ¿independiente?

La ambigüedad es evidente y aunque esa consulta ha nacido muerta -porque la soberanía la tenemos todos los españoles- es tan confusa que sólo serviría para enredar, aún más, este galimatías absurdo. Se ha comentado y es cierto que la mayoría de los catalanes podría querer que Cataluña fuera un Estado pero no independiente de España, pero si se votara a favor de la independencia y se formulara una declaración unilateral eso implicaría automáticamente que Cataluña estaría fuera de la UE. ¿Es eso lo que quieren, quedar aislados de Europa y el Mundo?

No habrá referéndum, eso está claro, pero quien ha firmado su «condena de muerte» política ha sido Artur Mas que ha conseguido llevar a los catalanes a una fractura social insólita. Ahora es de esperar que toda esa sociedad civil que está silente y agazapada salga y le digan al presidente, en público y a la cara, lo que dicen en privado. Los mayores empresarios de Cataluña no están a favor de esta ruptura y así se lo han hecho saber tanto a Rajoy y Rubalcaba, como a muchos periodistas y directores de medios de comunicación. El problema es el de siempre que «la pela es la pela» y aunque el dinero no entiende de ideología ahora ha llegado la hora de la verdad.

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