Cuando lo adecuado y recomendable es pegarle un buen mordisco al canibal

Las ciudades de Nantes, Tours y Burdeos declararon este 6 de enero de 2014 persona no grata al humorista francés Dieudonné M’Bala M’Bala, un conocido agitador cercano al Frente Nacional y al islamismo radical, famoso por sus chistes, gestos y parodias antisemitas y negacionistas.

El prefecto de Nantes decidió suspender además, siguiendo las instrucciones enviadas este lunes en una circular por el Ministerio del Interior, el espectáculo inicial de la gira nacional del cómico, que iba a celebrarse en esa ciudad elpróximo jueves y para el que se habían vendido ya 5.000 entradas.

La censura preventiva de Dieudonné, que ha sido condenado una docena de veces por incitación al odio racial, ha generado enorme controversia.

La Liga por los Derechos Humanos, la izquierda radical y el director del digital Mediapart, Edwy Plenel, entre otros, han acusado al ministro socialista, Manuel Valls, de atentar contra las libertades fundamentales al prohibir por la vía administrativa los shows del cómico, nacido hace 47 años en la periferia de París.

A mi, me parece muy bien.Siempre se ha dicho, para subrayar lo importante que es seguir aferrado a los principios democráticos y respetar las garantías judiciales, por mucho que rujan alrededor el vendaval fascistoide o la fiebre terrorista, es que una sociedad como la nuestra no puede comerse al caníbal.

De acuerdo que servir al antropófago con patas asadas y una salsa de mantequilla queda muy poco civilizado, pero hay ocasiones en las que darle un buen mordisco, para que sepa de que va la cosa, no estaría mal.

Un ‘mordisco’ y muy suave es el que acaba de propinar el ministro Manuel Valls al humorista francés Dieudonné M’Bala M’Bala. Que Nantes, Tours y Burdeos lo declaren ‘persona no grata’ y se multipliquen los ayuntamientos que cancelan sus shows, me parece lo mínimo.

No es que Dieudonné vaya a matar a nadie, pero su mensaje es venenoso y llueve sobre mojado.

Argumentar que se está atentando contra las sacrosantas libertades fundamentales, como hace ahora la izquierda radical gala y hacía en España cierta progresía cuando lo que se proponía aquí era hacerles el vacío en las fiestas municipales a grupos musicales que elogiaban a ETA, es una memez.

En Francia, franceses hasta la médula, hay medio millón de judíos, pero al igual que en el resto de Europa, el antisemitismo disimulado es una fiebre irracional que ocasionalmente contagia a un sector de la población, incluyendo periodistas, profesores universitarios y políticos.

Todavía hay gente entre nosotros que lleva tatuado en el antebrazo izquierdo el número indeleble con que se marcaba a los prisioneros en el campo de concentración de Auschwitz. Como para reírle las gracias a Dieudonné.

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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