MADRID, 15 (OTR/PRESS)
Creo que el fiscal del caso Noos con tanto empeño por proteger a la Infanta Cristina la está poniendo a los pies de los caballos. Si la primera vez que el juez la imputó, hubiese ido a declarar seguramente no se habría llegado hasta aquí. Y si quienes han intentado proteger a Cristina de Borbón más allá de lo razonable no se hubieran empeñado en intentar presionar al juez con esa campaña burda de descalificaciones, no la habrían perjudicado como lo han hecho por más que buscaban el efecto contrario.
Ahora el debate gira sobre si la Infanta debe o no ir a la puerta del juzgado caminando como lo haría cualquier ciudadano, como lo tuvo que hacer su marido Iñaki Urdangarin. Y de nuevo el debate perjudica a la Infanta.
Verán, yo no soy partidario de que nadie lo pase mal, y mucho menos que a ningún ser humano se le humille. Creo que se debería de buscar la manera de que nadie, absolutamente nadie, no solo la Infanta, lo pase mal cuando tiene que comparecer ante los tribunales. Pero en cualquier caso creo que en el caso de Cristina de Borbón lo peor que le pueden hacer quienes la quieren proteger es originar una nueva polémica respecto a si tiene que llegar al juzgado en coche y hasta la puerta o ir andando como el resto de los ciudadanos.
Si buena parte de la sociedad cree que Cristina de Borbón ha recibido hasta ahora un trato especial por ser quién lo que menos le puede favorecer es que esa idea continúe cuajando.
Ya digo que comprendo que hacer ese «paseillo» debe de resultar difícil para cualquier persona pero que seguramente evitárselo a la Infanta lo único que va a provocar es el enfado de la ciudadanía.
En cuanto al enfrentamiento furibundo del fiscal del caso contra el juez Castro la verdad es que visto con imparcialidad y lejanía, resulta desmesurado. Los escritos del fiscal desprenden tal enfado, tal contrariedad, tanta animadversión, que el efecto que tienen en la opinión pública es precisamente que la fiscalía está protegiendo a la Infanta por ser quién es, porque las cosas no son solo lo que son sino lo que parecen, y una democracia también es un régimen de opinión pública.
Si quienes quieren proteger a doña Cristina actuaran con más naturalidad y normalidad seguramente la ayudarían más. Y me parece a mí que el «paseillo» no es lo más importante como para crear otro problema y que la opinión pública crea definitivamente que hay un doble rasero a la hora de tratar a los ciudadanos cuando comparecen ante la Justicia.