Antonio Casado – Independencia descontada


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Si algo nos enseña la votación del jueves pasado en el Parlament (se reclama del Gobierno una delegación de la competencia estatal que permite convocar un referéndum) es que el nacionalismo actúa como si Cataluña de hecho fuese ya un territorio independiente. Algo así como la independencia descontada en la mente frebril de Junqueras y compañía. Por eso se permiten construir un relato que pasa por desoír la cantadísima respuesta del 86% del Congreso de los Diputados a una propuesta que tiene la absurda pretensión de que el Estado colabore en su propia voladura.
Para los nacionalistas catalanes no existen otras fuentes de poder que el pueblo catalán y el Parlament. En base a eso siguen dando pasos hacia la nada, que para ellos es el todo: la creación de un «Consejo de Transición Nacional», el anuncio de un referéndum de soberanía con respaldo legal o la elaboración de un censo sin esperar a saber si tienen o no dicho respaldo legal.
Lo del jueves pasado (una votación amparada en el artículo 150.2 de la Constitución Española sobre delegación de una competencia estatal) fue, como dijo el portavoz de los socialistas catalanes, Maurici Lucena, un puro teatro. Falsedad bien ensayada, estudiado simulacro, si tuviera que decirlo cantando la gran Lupe. Se trata de sumar un agravio más al relato para mantener vivo el motor del victimismo, leit motiv del sueño segregacionista de Artur Mas y Oriol Junqueras.
Precisamente son los socialistas catalanes quienes han acaparado el protagonismo mediático por su aparente ubicación en tierra de nadie. Entre el inmovilismo de Rajoy y el aventurerismo de Mas, según la doctrina oficial. Aunque el sambenito es, una vez más, es el de la división interna, al romperse la disciplina de voto por parte de tres de sus diputados. Cuatro, en realidad, pues Angel Ros, renunció previamente al escaño por no tener que romper dicha disciplina.
Sin embargo, se minusvalora el hecho verdaderamente nuevo y relevante. Me refiero al desmarque del PSC, como grupo, respecto al frente nacionalista, según los acuerdos tomados por el Consejo Nacional del partido el pasado 19 de noviembre (ni un paso más en clave soberanista sin pacto previo con el Gobierno central). El jueves quedó claro que Pere Navarro y su partido no son compañeros de viaje del nacionalismo catalán.
Quedó claro también que PSOE y PSC han vuelto a un discurso único. Eso está más o menos resuelto. Pero no es la cuestión en estos momentos. El problema es el de las evidentes dificultades que están teniendo los socialistas para lograr que la opinión pública entienda, para que luego pueda compartir, en qué consiste eso de la vía federal como fórmula de re-acomodación de Cataluña en un orden constitucional previamente revisado. Es verdad que se trata de una fórmula discutible y discutida. Pero inequívoca en el compromiso por una Cataluña española.

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