Cayetano González – Gregorio Ordóñez


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

Fue un 23 de enero de 1995. El Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de San Sebastian y presidente del PP de Guipúzcoa, Gregorio Ordóñez, había hecho un alto en el camino de su jornada laboral y se había ido a comer a un bar de la parte vieja de San Sebastián en compañía de dos colaboradores, una de ellas, María San Gil. Sentado a la mesa y de espaldas a la puerta, Gregorio no pudo ver como un individuo que entró en el bar, se acercó a su mesa y sin mediar palabra le descerrajó dos tiros en la nuca. Falleció en el acto. ETA acababa de asesinar a un joven político del PP vasco cuya característica principal era la valentía a la hora de plantar cara a los terroristas, a sus cómplices y al PNV.
Diecinueve años después de su asesinato, el partido en el que militó Ordóñez sufre una profunda fractura con su base social a costa de la política antiterrorista seguida por el Gobierno de Rajoy. La viuda de Gregorio, Ana Iribar, ha declarado hace cuarenta y ocho horas que «me sorprende tanto la política de Rajoy que no le voy a volver a votar». A su hermana, Consuelo Ordóñez, el PP vasco le invita a un acto organizado en San Sebastián en memoria de las víctimas del terrorismo pero le dice que no puede hablar. María San Gil declara que si Gregorio viviese «estaría hoy tan apenado como la mayoría de españoles» y Ortega Lara, que fue militante del PP, se ha ido al nuevo partido Vox.
El PP en el País Vasco ha sido durante muchos años un referente en la lucha por la libertad y en la defensa de la Constitución, no sólo para los militantes y votantes de este partido en toda España, sino para muchos ciudadanos que sin ser militantes o votantes de esas siglas apreciaban el valor y la entrega de los dirigentes que ha tenido el PP vasco en estos años, especialmente, Jaime Mayor Oreja, Carlos Iturgaiz y la propia María San Gil que tan bien supieron recoger el testigo de Ordóñez. Y el PP en el Gobierno de Aznar también fue un ejemplo de cómo se puede y se debe de luchar contra una banda terrorista como ETA, con la ley, sólo con la ley, pero con todo el peso de la ley.
En la actualidad, todo eso se ha diluido. La mayoría de las víctimas del terrorismo están que trinan con el Gobierno de Rajoy porque consideran que aparte de poner incomprensiblemente en libertad a uno de los torturadores/secuestradores de Ortega Lara, Josu Bolinaga, no ha hecho nada para evitar que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo derogara la conocida como doctrina Parot que llevó a la reciente suelta masiva de etarras, algunos muy sanguinarios.
Bien harían los actuales dirigentes del PP en recordar y, sobre todo, imitar el legado de Gregorio Ordóñez. Cuando se cumplen diecinueve años de su asesinato, éste conserva toda su vigencia y es más necesario que nunca.

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