Escaño Cero – Mujeres mutiladas


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Jueves seis de febrero, se celebra el Día Mundial contra la Mutilación Genital. Habrá quién piense que la ablación es algo que sucede a miles de kilómetros de distancia y que en cualquier caso solo afecta a una minoría. Sin embargo, las cifras hablan por si solas. Hay ciento cuarenta millones de mujeres en el mundo que han sufrido una mutilación de sus genitales. Sí, han leído bien: ciento cuarenta millones de mujeres. Y lo que es peor se prevé que en el próximo año haya tres millones de niñas que sufrirán la misma tortura, lo que significa que cada seis minutos una criatura será mutilada.
Es tal el número de mujeres que han sufrido y que van a sufrir la ablación que me parece que no está de más recordar estas cifras, pero sobre todo que el Día Mundial contra la Mutilación de las Mujeres, no sea un día más y los Gobiernos tomen de conciencia de su obligación de luchar contra esta practica bárbara.
Sin embargo en nuestro país parece que el Gobierno ha decidido renunciar a perseguir a los responsables de este delito. Con la reforma «express» encaminada a acabar con la llamada «justicia universal» el Gobierno ha suprimido de un plumazo la posibilidad de que la Justicia española persona a aquellos que practiquen la ablación, no importa en qué lugar, pero que por la circunstancia que sea se encuentren en España. Y esto ha sido así hasta ahora porque muchas de las niñas que viven en nuestro país a las que sus padres someten a la tortura de la ablación, las suelen padecer cuando viajan a sus países de origen.
Que los padres de esas niñas sepan que cuando vuelvan a España con sus hijas aquí se considera un delito el que hayan permitido que se les practicara la ablación del clítoris.
En cuanto al número de niñas de origen africano que viven en España y que pueden estar en peligro de ser mutiladas, la cifra alcanza a diecisiete mil. Hace días la Fundación Wassu, dependiente de la Universidad Autónoma de Barcelona, difundía este dato estremecedor. Por tanto hay que preguntar qué va a hacer el Gobierno central y los gobiernos autonómicos para impedir que esto suceda en nuestro país sobre todo si desaparece la figura jurídica que permitía hasta ahora perseguir a quienes participen o permitan esta practica.
Es evidente que es necesario que tanto desde los centros de salud de atención primaria como desde las escuelas se esté en alerta sobre la suerte que pueden correr las menores procedentes de países sobre todo africanos, donde la ablación forma parte de sus costumbres más arraigadas.
Pero ¿qué hay detrás de la ablación?. Sería demasiado simple quedarnos con la explicación de que es «solo» una costumbre. Es algo más, y mucho más perverso, es la manera de dominar, humillar, controlar a las mujeres, de señalar que es un objeto al servicio del hombre, que carece de derechos, por supuesto el de disfrutar de la sexualidad.
Me parece urgente que Naciones Unidas y todos los organismos internacionales hagan algo más que celebrar el Día contra la Mutilación femenina -esta celebración es solo un recordatorio, necesario sin duda, pero insuficiente-. Hay que hacer más, mucho más. Hacen falta programas de educación en los países donde se lleva a cabo estas torturas. Pero también hace falta que en nuestro país y en otros países europeos, se lleven a cabo esos mismos programas educativos para explicar a las madres que no deben someter a sus hijas a la misma mutilación que han sufrido ellas, y recordarles que aquí en España es un delito.
Muchas de estas mujeres creen que sus hijas no encontrarán marido si no son mutiladas y que serán rechazadas por su entorno social. Desde luego no es fácil convencerlas de lo contrario y se necesita una labor pedagógica llevada a cabo por expertos en asuntos sociales en las que ellas puedan confiar, pero al mismo tiempo, insisto, hay que dejarles claro que si lo hacen estarán cometiendo un delito y que por tanto aunque sus esposos las presionen tienen que saber que en nuestro país encontraran instrumentos para evitar esa mutilación de sus hijas.
No digo que sea una tarea fácil, pero hay que hacerla. Por eso me parece que todos debemos implicarnos para intentar evitar que esas niñas sean torturadas, mutiladas y se conviertan en enfermas crónicas para el resto de sus vida. No solo porque jamás podrán tener una sexualidad plena, sino porque sufrirán enfermedades como consecuencia de la ablación.
No sé a ustedes, pero a mí me resulta insoportable pensar que diecisiete mil niñas que viven en España pueden ser mutiladas durante los próximos meses y que mientras tanto nuestro Gobierno ha decidido suprimir por la puerta de atrás la posibilidad de perseguir a los responsables de que estos suceda que, desgraciadamente, son siempre en primer lugar sus propios padres.

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