Esther Esteban – Más que palabras. El paseillo


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Hoy 8 de febrero del 2014 no es un día más. Quedará para la historia como ese día en que una infanta de España se sentó ante un tribunal. Lo de menos, en ese relato histórico, será cómo llegó y seguramente lo del «pasillo» no deja de ser una excusa, un entretenimiento barato, un engañabobos para ocultar lo que se esconde detrás de todo esto. Durante todos estos días las tertulias televisivas han centrado el tema en si doña Cristina hará o no el dichoso pasillo, como si esto fuera determinante, la prueba de fuego donde se basa que la justicia en nuestro país es igual para todos.
Somos vengativos y nos gusta el escarnio y la mofa. Sólo así se entiende que hayamos disfrutado tanto viendo al político, al banquero, o la folclórica expuestos ante una masa anónima y enfervorecida reprochando con sus insultos sus desatinos, aunque sean absolutamente condenables. Ahora le toca a la familia real y no queremos privarnos del espectáculo de ver su sufrimiento en directo y cuanto más mejor. Si consiguiéramos ser un poco más templados y ver la cosa con mayor frialdad lo suyo, lo correcto, es que nos centráramos en el fondo de la cuestión y en por qué la infanta Cristina es merecedora de nuestro reproche ante una actitud poco ejemplar y menos ejemplarizante, como la que hubiera correspondido a alguien de su rango y condición.
Según el juez Castro existen indicios suficientes como para interrogar a la hija del Rey por un delito contra la Hacienda pública y el blanqueo de capitales. Cree que está demostrada su intervención directa en el fraude cometido por su sociedad familiar Aizoon y la aparición de su rubrica en documentos fraudulentos, como el autoalquiler ficticio del palacete de Pedralbes o la compraventa también simulada de participaciones de la constructora Mixta Africa. Asimismo el juez considera suficientemente acreditado que Cristina de Borbón dispuso de los fondos públicos desviados desde el instituto Nóos para hacer frente a todo tipo de gastos personales. Entre el elenco de estos gastos privados encuentran desde las clases de salsa y merengue particulares en su casa de Barcelona a los viajes familiares por el continente africano o la reforma de su domicilio o la celebración y fiestas de cumpleaños o comuniones de sus hijos.
Estos son los hechos, aunque el fiscal insiste en que no basta con que la hija del Rey formara parte de la directiva de Nóos, fuera la propietaria del 50% de Aizoon para considerarla culpable o para que se dé por hecho que es cooperadora en los delitos de su esposo. Por ello ha sido citada a declarar como imputada, que no significa en ningún caso condenada o culpable -aunque mediáticamente ya lo ha ya sido con creces- y por eso el juez quiere saber si tuvo o no tuvo algo que ver.
El tema que lo ha embarullado todo es la forma tan desastrosa en que se ha llevado este asunto. Si hubiera sido imputada desde el primer momento nos habríamos ahorrado el «numerito» de la imputación exprés y la desimputación y también la sombra de sospecha de trato de favor por ser quien es.
Eso de que todos somos iguales ante la ley tiene muchos matices. ¿O es que todos podríamos tener como abogado defensor a Miguel Roca? Sea como fuere hoy sin duda es el día D, el primer día de la historia en un miembro de la corona de España tiene que declarar ante la justicia. Más allá del morbo del paseillo ahora de lo que se trata es de que se haga justicia y de que la vara de medir sea idéntica con ella que con cualquier otro ciudadano español. En definitiva que se haga justicia.

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