El hijo de Raquel Bollo quiere ser cantante, pero es un cantamañanas.


“Análisis de un programa basura de los viernes” sería el título correcto, pero demasiado genérico. Por eso decidí ir a lo concreto y señalar de entrada a dos de las personas que provocaron mi vómito de ayer ante el esperpento que nos servía Sálvame Deluxe de Telecinco en la bandeja de Herodías. En este caso, el mayor extremo de la inmoralidad humana ocupaba el lugar de la cabeza del Bautista: dos bebés en gestación a los que injustamente se les había privado de su derecho a la vida. Ellos son las auténticas víctimas de esta función, y hay que añadir una más: la madre, una pobre chica compungida que se vio abocada a abortar. Pero si hablamos de víctimas, también hay que hacerlo de verdugos. Y el verdugo mayor de esta historia se llama Manuel Cortés, el padre de las criaturitas, que como tantos hombres cobardes, le dio la espalda a su chica tras dejarla embarazada, y la mandó a freír espárragos a casa del médico, es decir, a pedir hora para abortar.

Desgraciadamente, esta situación se repite a menudo. Pero lo que tiene este caso de especial es que el padre de estos bebés en gestación, es una persona conocida, que aspira a triunfar en el mundo de la canción. Se trata del hijo de una señora llamada Raquel Bollo que se dedica a vender en televisión su vida privada y criticar a los demás. De su extenso currículo hay que decir que se dio a conocer por su denuncia de malos tratos a su compañero Chiquetete, casado con otra mujer, a lo que ella pareció no hacerle ascos. La tal Raquel vendió las fotos de sus magulladuras a un programa, y ahí empezó su vida pública, haciendo pornografía de la violencia contra la mujer. Pormenorizo porque esta señora tuvo ayer una interpretación que no me extrañaría que la contratara algún empresario de teatro. Llorar, que es tan difícil, ella lo hizo de maravilla. Me ocupo del caso por dos cuestiones: porque me interesa el tema del aborto y su tratamiento en los medios, y porque el altavoz de esta señora, por desgracia puede colarse en muchos hogares y contaminar las mentes de personas bienintencionadas.

El presentador del programa le hizo a la destrozada Aguasantas una buena entrevista, nada morbosa aunque esta no sea la norma. El vídeo merece ser incorporado al material de trabajo de quienes investigamos sobre el (SPA) Síndrome Postaborto o nos dedicamos a trabajar con mujeres con embarazos no deseados o con mujeres que abortaron. La entrevista es completamente disuasoria y anima a pensárselo dos veces antes de ponerse en manos del Barambio de turno.

La compungida Aguasantas estuvo muy afectada durante la entrevista: Lloró en varias ocasiones, y en otras casi no podía articular las palabras. Igual que otras chicas que conozco cuando me cuentan en privado su experiencia. Declaró que cuando se quedó embarazada la primera vez, los dos estuvieron de acuerdo en abortar. Pero cuando en el segundo embarazo fue a la consulta de la médica, esta le dijo que podía correr riesgos, incluso el de no poder tener más hijos. Esta advertencia, unida a que ella quería seguir adelante con el embarazo, le hizo inclinarse por el sí. Pero su novio, el recién estrenado cantante, no quería un niño. Y a ella tampoco. Parece que la recién alcanzada fama se le subió a la cabeza y dejó a su novia con la que llevaba dos años. No tuvo ningún apoyo para continuar con el embarazo.

Parece que las palabras de Aguasantas causaron sensación e hicieron llorar a más de uno de los telespectadores. Los colaboradores, que no son más fieras porque no entrenan, estaban encantados y alabaron a la chica. Por una vez se les veía humanos, excepto uno o dos que carecen totalmente de empatía.

Desconozco si la ex de Chiquetete influenció en su hijo o no. Dicen que sí y me lo creo. “Raquel aconsejó, o más bien casi obligó, sin decir nada a los padres de su nuera, a realizar el aborto”, se puede leer en Famosopedia. Cierto o no, las redes sociales cargaron contra ella y su hijo. A él le dijeron de todo, irresponsable, caradura e incluso maltratador. Y claro, esta incidencia podía entorpecer su carrera artística. Era necesario lavar la imagen de Raquel Bollo y la de su hijo en la cadena donde aquella trabaja. Para ello se recurrió a una puesta en escena de vergüenza, de vergüenza de verdad, indignante. La inefable señora Bollo apareció hecha un mar de lágrimas, más de cocodrilo que otra cosa. Sobreactuó e hizo aspavientos como si se tratara de un casting. Y de repente la actitud de los colaboradores cambió y como si les hubiesen accionado un botón, se pusieron a increpar a la pobre chica. No sé si esto venía en la escaleta, o si eran órdenes de pinganillo, pero no se entendió el cambio. ¡Daba la impresión de que a quien le habían arrancado dos niños de las entrañas era a la Bollo! ¡Y que era ella quien estaba padeciendo el Síndrome Postaborto!

Lo cierto es que del grupo de colaboradores que acechaban en círculo, nadie fue capaz de llamar a las cosas por su nombre y ninguno se atrevió a decirle al niñato aprendiz de cantante, que darle la espalda a una chica a quien se dejó embarazada, no es de hombres; y que el peor maltrato que se puede infligir a una mujer es mandarla a abortar. Yo, desde luego, prefiero que me den dos tortas. Hay que denunciar una vez más la falta de sensibilización de muchos hombres, que no respetan a las mujeres y protagonizan conductas machistas propias de otro tiempo. El mayor signo de machismo es presionar a la mujer para que aborte. La experiencia nos dice que muchas chicas no abortarían si encontrasen el apoyo necesario.

Mi conclusión es que la chica, Santi, no dijo toda la verdad por proteger a su exnovio. Quizá también porque pudieron haberle ofrecido dinero –la familia es muy humilde—a cambio de no contar nada negativo para no perjudicarle. Nadie cantó un réquiem por los dos bebitos en gestación que se fueron al triturador; ni siquiera se los nombró. La pobre Santi, sobre la que pesan para siempre sus dos hijos eliminados, fue vejada públicamente para que a la ex de Chiquetete y a su hijo aspirante a cantante se les exonerase de toda culpa y sus imágenes saliesen relucientes. Así su carrera musical podría continuar sin obstáculos. Mala manera de empezar. Su nombre en Internet está asociado a los abortos de su novia y no a la música. En la sociedad, el asunto está dejando un poso turbio. Decir de alguien que no es trigo limpio es decir mucho. Yo pediría que nadie comprara sus discos y que le abuchearan por haber abandonado a su chica cuando más lo necesitaba y conducirla al martirio. ¡Que su fracaso sea su expiación!

N. B. Sé que más de uno se estará haciendo la pregunta que popularizó Fernando Colomo, “qué hacía una chica como yo en un sitio como ese”, o lo que es lo mismo “qué hacía yo viendo esa bazofia un viernes”. A decir verdad, detesto toda esta televisión de entrepierna, pero de vez en cuando hay que asomarse a estos programas si se quiere tener una visión completa de la realidad. Además, sabía que la invitada era una chica jovencita a la que se le habían cerrado todas las puertas.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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