Fermín Bocos – Regreso a Sefarad


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

Aunque todavía está en el telar del Ministerio de Justicia y debe pasar por el Parlamento, el proyecto para modificar el Código Civil a fin de conceder la nacionalidad española a los sefarditas -descendientes de los judíos que fueron expulsados en 1942-, es una buena noticia. Y no sólo porque reconoce una injusticia histórica. Sobre todo porque al establecer que podrán conservar otra nacionalidad, abre las puertas a un procedimiento para convertir la iniciativa en realidad. Se calcula que en todo el mundo hay alrededor de tres millones y medio de sefarditas.
Sefarad, era el nombre bíblico que los judíos daban a la Península Ibérica. Había comunidades en Toledo, Sevilla, Valencia, Barcelona, Gerona, Zaragoza, Valladolid, Logroño, Burgos, Miranda de Ebro, Daroca, Calatayud, etc. Siglos de convivencia con altibajos que se tornó definitivamente tensa tras la colaboración de algunas comunidades con los conquistadores árabes dando pie a ignominiosas matanzas de judíos. Con la Reconquista en marcha y el fanatismo religiosos de por medio, el desenlace fue el que conocemos: la expulsión impulsada por la Inquisición y decretada por los Reyes Católicos.
Tras la forzada Diáspora -con anterioridad también hubo expulsiones de judíos en Inglaterra, Francia, Austria y los ducados de Milán y Parma- los españoles se dispersaron. Hacia Holanda, Génova, el Imperio Otomano, etc. Fue una injusticia. Una de tantas de la Historia, pues los expulsados eran tan españoles (castellanos o catalano-aragoneses) como el resto de los habitantes de los reinos de España con excepción por aquél entonces de los vecinos de Navarra.
La medida que impulsa ahora el ministro Ruíz Gallardón tiene un precedente. En 1924 (Dictadura de Primo de Rivera) un Real Decreto concedía la nacionalidad española a quienes podían acreditar origen sefardí. Con aquel amparo legal, Angel Sanz Briz, cónsul español en Budapest facilitó pasaportes a cientos de judíos húngaros que durante la II Guerra Mundial pudieron salvar la vida escapando de las garras de la Gestapo.
La noticia que nos ocupa ha provocado un gran revuelo en Israel, país en el que en la actualidad vive la comunidad sefardí más numerosa. Muchos hablan todavía ladino, lengua descendiente del castellano medieval con incrustaciones hebreas. También en Turquía, Bulgaria, Marruecos, Bosnia y Grecia hay descendientes de sefarditas.
Hace unos años el Rey Juan Carlos I pidió perdón por la expulsión decretada por sus antepasados. Más allá de lo simbólico, en el plano práctico, si sale adelante el proyecto del Gobierno, se habrá reparado la injusticia que se cometió hace cinco siglos. Por eso digo que es una buena noticia el regreso a Sefarad.

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