El Abanico – La radio enseña a escuchar


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

En un momento en el que la crisis se ceba con los medios de comunicación escritos y audiovisuales la radio muestra su musculatura, su solidez, su prestigio. Y lo hace con orgullo en el Día Mundial de la Radio, de ahí que muchos de sus profesionales, se hayan echado a la calle para pulsar la opinión de los ciudadanos sobre un medio de comunicación que comenzó su andadura en España allá por 1924, en lo que hoy conocemos como Radio Barcelona de la Cadena SER, y que 90 años después sigue conservando toda su magia, y su razón de ser.
Somos muchos los que hemos crecido escuchando aquellas interminables novelas que tenían la virtud de reunir a la familia alrededor de la mesa camilla, de llorar con las de Guillermo Sautier Casaseca, o reír viendo a nuestros padres buscar con desesperación el dial que le permitiera escuchar las noticias de Radio Pirenaica, tan distintas de las que ofrecía el oficialismo de Franco. Recuerdos y más recuerdos que nos retrotraen a nuestra infancia o niñez, y que si hoy rescato de mi memoria es porque la radio se ha convertido en un referente, en el medio más plural y prestigioso que hay en España. El único donde el oyente se siente protagonista de la noticia, donde la gente de bien puede hablar sabiendo que son muchos los que le están escuchando y sufriendo por su situación. Porque si algo nos ha enseñado la radio es a escuchar y a reflexionar, sobre temas que nos afectan individualmente pero también como pueblo o nación.
Adicta como soy a la radio, confieso que tengo aparatos en todas las habitaciones de mi casa, incluido el baño y la cocina, de manera que solo con tocar un botón puedo escuchar lo que ocurre en cualquier lugar del mundo, sin que nada ni nadie me distraiga.
Es tanta mi adicción que incluso cuando escribo necesito tenerla encendida, y cuando duermo debajo de la almohada, de manera que cuando me levanto ya sé lo que me contaran los periódicos del día, pero sobre todo habré aprendido a entender por qué la gente hace cosas que no están en nuestro diccionario de la vida. Cuentan historias enternecedoras que a mí personalmente me tocan la fibra más sensible, y otras tan disparatadas que hago esfuerzos para no reír a carcajadas en medio de la noche, no vayan a creerse que estoy loca.
La radio es además un antídoto contra la soledad. Resulta curioso que en un mundo donde comunicarse es tan fácil, ya que está al alcance de cualquiera, haya tanta gente que no tiene con quién intercambiar cuatro palabras. De ahí que la radio se haya convertido no solo en un compañero o compañera inseparable, sino en el único medio al que puede llamar sabiendo que alguien al otro lado de las ondas te va a escuchar, te va a comprender, e incluso puede que llore con alguien a quién ni siquiera conoce pero a quién le une esa palabra tan en desuso que es la solidaridad.

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