Pedro Calvo Hernando – Pero que ni un minuto más


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

Llega un momento en que uno se pregunta muy seriamente para qué demonios se gobierna, para qué sirven los Gobiernos, en qué parámetros se mueve la relación entre los pueblos y los responsables de sus instituciones ejecutivas, pero no solo en el nivel nacional, claro, sino, y a veces sobre todo, en el ámbito de las relaciones internacionales.
Estos pensamientos oscuros y pesimistas me asaltan estos días cuando reflexiono sobre situaciones y sucesos de la actualidad ardiente, como todo lo relacionado con la catástrofe de Ceuta que se ha llevado por delante la vida de 15 inmigrantes, o lo que está sucediendo en Navarra, donde parece que lo más importante no es la presunta y horrenda corrupción institucional sino el hecho de si se puede hacer algo en lo que Bildu pueda ejercer sus funciones políticas propias de un partido legal, por mucha que sea la inquina que tal organización despierte. La horrible sospecha que en seguida rechazo es que la finalidad y los objetivos de toda acción política consisten en satisfacer las pasiones y los intereses de quienes mandan y no en servir a los intereses del pueblo… soberano.
Si me centro en lo de Ceuta, en seguida caigo en la cuenta de que se está haciendo y diciendo todo excepto investigar de verdad lo ocurrido, entregar a la opinión pública la verdad de la verdad, el material informativo y videográfico que demuestre lo realmente acaecido y universalmente sospechado y tomar las decisiones políticas elementales de dimitir o de ser cesados los máximos responsables de los atropellos que se hayan podido cometer, todo ello previamente al resultado exacto de la vertiente jurídica y judicial de los acontecimientos.
¿O vamos a seguir igual también en esto, sobre todo a la vista de las increíbles mentiras escuchadas en los últimos diez días y de las horripilantes contradicciones con que se nos ha obsequiado? Cómo serán las cosas que hasta las instituciones europeas de la UE se han echado las manos a la cabeza, se supone que para algo más que rascársela. Ni un minuto más puede este asunto seguir así. Pero que ni uno más.

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