Escaño Cero – Juegos de poder


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

No todo lo que está sucediendo en Ucrania lo vemos por la televisión. La parte épica de la lucha de los ciudadanos de Kiev contra el gobierno corrupto de Yanukóvich tiene un correlato en el mundo de la diplomacia secreta. En el gran juego del poder. El intervencionismo de Rusia en Ucrania es inquietante, pero desde la UE no vamos a la zaga.

El Kremlin quiere seguir siendo cabeza de un Imperio y por eso Putin maniobra para mantener los lazos seculares de Rusia con Ucrania. De momento, Moscú no reconoce al nuevo Gobierno surgido tras la revuelta de Kiev. Por su parte, la UE quiere un nuevo mercado y, de paso, contribuir al aislamiento de Rusia.

En la distancia, hay otro poder moviendo los hilos: EE.UU. Caliente aún la derrota diplomática en el pulso mantenido con Rusia por la cuestión siria, Washington no lamentaría que Putin acabara perdiendo la partida que ahora está jugando en Ucrania. Si, de paso, a medio plazo, los nuevos gobernantes ucranianos pidieran la adhesión a la OTAN, mejor que mejor.

Mejorarían las posiciones de la Alianza Atlántica en una de las regiones más estratégicas del planeta. Lo que la calle y la revuelta cívica han removido como reacción frente a la corrupción de la oligarquía política, fuera, se analiza como una oportunidad para reordenar el tablero heredado tras el hundimiento de la Unión Soviética.

Si Ucrania optara por romper o disminuir sus lazos con Rusia -país del que ahora depende en el suministro de gas y de petróleo-, una de las primeras consecuencias sería que la Flota Rusa del Mar Negro, cuya base (en régimen de alquiler) está en Crimea debería buscar otro fondeadero.

El Kremlin maniobrará cuanto esté en su manos -utilizando la dependencia energética y avivando el sentimiento pro ruso de la población de las regiones orientales de Ucrania.

Por su parte, la Unión Europea parece dispuesta a volcarse a favor del partido de la excarcelada Yulia Timoshenko olvidando que la líder de la «Revolución Naranja» también forma parte de la oligarquía que se ha enriquecido empobreciendo al país.

Es demasiado pronto para saber si la tregua conseguida tras el nombramiento de un nuevo presidente va a suponer el final de la violencia o es un simple compás de espera.

El riesgo de partición del país, subsiste. Hay demasiados intereses y demasiadas manos extranjeras interviniendo en los asuntos internos de Ucrania. Para desgracia de los ucranianos, su país es una pieza muy codiciada en el implacable juego de poder entre las grandes potencias.

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