Los masones salen del armario para reivindicar el derecho al aborto.


Hasta ahora, cada vez que hablaba o escribía sobre algún tema relacionado con la masonería, aunque fuese tangencialmente, me veía obligada a hacer una acotación para argumentar sobre su existencia secreta en los subterráneos de la sociedad a lo largo de la historia. Ideóloga e instigadora de muchos cambios sociales –con sangre, desorden y a destiempo, todo hay que decirlo—, siempre se había mantenido en una posición clandestina, o discreta, como ella se define. ¡Nadie cree que los masones existan! De esta forma han conseguido pasar inadvertidos y obrar en la sombra, con acciones muy concretas, pero, sobre todo, pulverizando el nocivo spray ideologizante, laicista.

Pero, en estos tiempos cambiantes, los masones, al menos las logias españolas, han decidido salir del armario y han protagonizado una “tenida” al aire libre. Han dicho que existen y que ahí están, ¡como siempre!; que no son una entelequia sino algo real y eficaz. Era la primera vez que los masones abandonaban sus búnkeres; de ahí la sorpresa. Coordinados por una logia mixta de hombres y mujeres, cambiaron sus caretas por su simbología de bandas azules y compases y escuadras en las pancartas. No es baladí que hayan elegido la emblemática fecha del “Día Internacional de la Mujer”. En esta conmemoración se reivindica, sobre todo, el derecho de la mujer a un salario digno y a unas condiciones laborales seguras. Pero la secta de Pike ha aprovechado la coyuntura para reivindicar el supuesto derecho de las mujeres al aborto.

Allí estaba Ana Valet, presidenta de la “Federación Española de la Orden Masónica Mixta e Internacional del Derecho Humano”, ¡uff!, cuanto más largo el título, más hueco, como los memoranda de la ONU y otros think tanks de manipulación de masas. Dice la presidenta de la secta que su misión es la “autoconstrucción” de los individuos. Este término se complementa con el famoso “deconstrucción” de la ideología de género; ¡entre masones anda el juego!, y ahora ya se puede decir abiertamente.

Y hablando de feministas de género, allí estaba también la exministra socialista de Asuntos Sociales, exsenadora y vicepresidenta de la “Internacional Socialista de Mujeres”, Matilde Fernández. La inefable señora también llevaba su banda masónica azul celeste y declaró que “la masonería defendía “las causas de progreso, como los derechos de la mujer”.

Las cuatro obediencias mixtas radicadas en España y la Gran Logia de España consideran la manifestación como “un signo de normalización homologable a los ya vigentes en los países cívicamente más desarrollados del mundo”. Por cierto, a la Gran Logia solo pertenecen hombres; a ver si se atreven a reivindicar la paridad y esas cosas.

Muchos manifestantes “sin banda azul” no sabían muy bien qué pintaban, presididos por pancartas masónicas, pero, pasado el primer momento, fueron fagocitados por la onda dominante. A decir verdad, aunque no militen, son masones “de facto”, y su ideología les delata.

¡Que se aprieten los machos los defensores de los valores, tan cómodos en sus recintos inexpugnables y tan acostumbrados a la tibieza, porque los masones existen, están creciendo y van a por todas. Bajo el falso lema de “Trabajar para el progreso de la humanidad” atraen a sus filas a muchos incautos de buena voluntad. ¡Ojo al mandil!

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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