Rafael Torres – Ni latín, ni música, ni filosofía


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

De cuantos recortes va ejecutando el Gobierno del PP en su ajuste de cuentas al Estado del Bienestar, el más terrible y dislacerante, así como el de consecuencias más catastróficas para el futuro de la nación, es, sin duda, el perpetrado contra la Educación Pública mediante la llamada Ley Wert.
Otros dislates y abusos cometidos al amparo de su mayoría absoluta, como los relativos a la laminación del libre albedrío de la mujer, de los derechos básicos de los trabajadores o de la seguridad jurídica del ahorro popular, podrán ser neutralizados y vencidos, bien que no los inmensos perjuicios que a la población están causando entre tanto, por los Tribunales o con un eventual cambio de gobierno surgido de las urnas, pero éste tan regresivo y mostrenco de la Educación Pública anuncia roturas mayores, pues llueve sobre mojado: los gobiernos que le precedieron, todos, ya hundieron su zarpa en la zona más transcendente y sensible del cuerpo social: las luces, la formación, la instrucción de los españoles.
El latín, el griego, la música, las artes, la filosofía, ya venían tocadas del ala por los disparos de los anteriores y desatentados planes de educación, pero tras el morterazo que les arrea la Ley Wert no es seguro, ni probable, que sobrevivan esas indispensables materias. Indispensables, sí, pues ayudan a pensar, a hablar, a gozar, a saber, a sentir,… a ser. Relegadas, amputadas, confinadas en los espacios de lo irrelevante, su degradación traza la línea gruesa del plan, que no parece ser otro que el de reducir al mínimo la cultura de las personas.
De ese plan suicida y radicalmente antipedagógico habla también el anunciado apagón de la luz que emana, desde que fue abierto como sección delegada de los Institutos Ramiro de Maeztu y Beatriz Galindo en 1966, del IES Simancas, cuya influencia cultural en los barrios madrileños de Simancas y San Blas ha sido decisiva desde entonces. Barrios obreros, de aluvión migratorio, dejados de la mano de dios, el Simancas los articuló y elevó mediante la instrucción de sus generaciones nuevas. Así pues, ni latín, ni música, ni filosofía, ni espacio para ellas donde más se necesitan.

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