No te va a gustar – Adiós, revival, adiós


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Han sido cuatro días de recuerdos, de pasar revista, con la ayuda inestimable de algunas televisiones, de las radios, de tantos periódicos, a lo que fue la Transición, incluso en sus menores detalles. La muerte de Adolfo Suárez, anticipadamente anunciada, ha sido una auténtica conmoción: cuatro días de homenaje consistentes en una enorme mirada retrospectiva sobre lo que fue la primera transición. Un gran pedazo de Historia.
Porque ahora, en mi opinión al menos, ya estamos insertos en una especie de segunda transición, a mi juicio tan importante, tan intensa, como la primera. Cierto que entonces salíamos de una dictadura para comenzar el tránsito por la democracia. Pero ahora entramos en lo que podríamos llamar una nueva era, y no había sino que escuchar algunos testimonios en los tertulias especiales de las televisiones, o contemplar el rostro del Rey en su mensaje de recuerdo al que fue el presidente que nos condujo a las libertades, para darse cuenta de que hay que arbitrar cambios, relevos, reformas y repintar algunas ideas.
Creo que este puede ser el último servicio que Adolfo Suárez puede prestar a la nación. Su desaparición física -mentalmente ya nos había abandonado, pero su mera presencia entre nosotros era como un símbolo de permanencia de los esquemas vigentes desde hace casi cuarenta años- abre nuevas puertas al futuro; quizá haya que cuestionarse muchas cosas, desde una progresiva y prudente abdicación del Rey hasta una no menos cauta, pero necesaria, reforma de la Constitución. Que, por cierto, se puede consensuar aprovechando que dentro de un año y medio hay, de todas formas, que disolver las cámaras para convocar elecciones; sería una buena oportunidad para celebrar el referéndum que algunas modificaciones constitucionales exigen.
Conocí, en lo posible, a Adolfo Suárez. Estoy seguro de que el hombre que fue capaz de poner patas arriba el Estado en apenas once meses compartiría la tesis de la nueva transición, de que es hora de mirar resueltamente hacia el futuro, porque el pasado ya está cumplido. Y es que, desaparecido el original, necesitaríamos ahora un nuevo Adolfo Suárez, al menos como conciencia crítica y referente moral, ya que otros parecen haber abdicado de esta tarea.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído