Antonio Casado – Obviedades en el TC


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Lo que hace el Tribunal Constitucional al declarar «nula» e «inconstitucional» la declaración de soberanía del Parlament a favor del pueblo catalán como «sujeto político y jurídico» es el estricto trasvase de un precepto básico de Carta Magna. Es decir, como diría Suárez, hace normal en la sentencia lo que es normal e incontestable en la letra y el espíritu de nuestro ordenamiento: la soberanía nacional única e indivisible cuyo titular es el conjunto del pueblo español.
Por raro que parezca, todavía se hace necesario reclamar, o en su caso rebatir ante los insumisos, una obviedad. Da mucha pereza tener que recordar que solo el titular de un derecho puede ejercer ese derecho, incluso ante la eventualidad de revisarlo, otro lugar común que el alto tribunal se obliga a recoger en la sentencia. A saber: el titular del derecho, el pueblo español, puede modificar legítimamente la Constitución, y así el pueblo catalán pueda legítimamente ejercer el derecho a decidir. Naturalmente, solo cuando la Constitución haya sido modificada. Entretanto la ley es igual para todos.
Pero en el entretanto esa alusión del Tribunal Constitucional a la reforma de la Constitución será aprovechado con toda seguridad por el líder del PSOE, Pérez Rubalcaba, en el debate convocado en el Congreso de los Diputados para el próximo 8 de abril, donde ha de verse la solicitud del Parlament de ejercer por delegación la competencia estatal sobre la convocatoria de referéndum. Como es sabido, el PSOE ha convertido la eventual reforma de la Constitución en el principal argumento de su discurso sobre el definitivo encaje de Cataluña en España.
En medios nacionalistas la reacción ante la sentencia del Tribunal Constitucional, que resuelve un recurso del Gobierno, ha sido la prevista. Ignora el principio de legalidad y se centra en el de oportunidad. Es decir, califica la sentencia de «política» y al tribunal de «politizado». Como ya ocurriese en la sentencia que anuló una parte del Estatut, el lance será aprovechado por Artur Mas y su gente para desenterrar el fantasma de la catalanofobia y seguir acumulando agravios. El president habla de «represalias de Madrid. Lógico y previsible. Sobre esa acumulación de agravios que no de razones, galopan los independentistas hacia el vacío. Y en este contexto se va a producir la visita a Barcelona de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, el próximo fin de semana, y el citado debate del Congreso, en ausencia de Artur Mas, que finalmente no acudirá a defender el derecho a decidir y las competencias del Govern para convocar la consulta del próximo 9 de noviembre.
Hasta entonces, la escalada de la tensión está servida, a expensas de que surjan circunstancias nuevas que puedan alterar la hoja de ruta. Por ejemplo, un eventual hundimiento de CiU en las urnas europeas del 25 de mayo, junto a un eventual subidón de sus socios de ERC. Probablemente eso obligaría en su propio partido a buscar una pista de frenado para el president.

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