Antonio Casado – Señales de marzo


MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Las cifras de paro registrado en marzo, con un descenso en 16.620 personas, junto a un aumento en 83.984 cotizantes a la Seguridad Social, han sido recibidas como precursores de la recuperación económica por débil que sea. Sin embargo, la mala calidad del escaso empleo que se está creando ha instalado entre los analistas la percepción de que la «p» de paro viene asociada a la «p» de precariedad y de pobreza.
No podemos pasar por alto que el supuesto cambio de tendencia (hacia la creación de empleo), a la que se ha referido el ministro Luis de Guindos, se basa en la devaluación salarial, la precariedad laboral, el empeoramiento de las condiciones de trabajo y, en orden a la cohesión social, el aumento de la pobreza y el numero de familias en riesgo de exclusión.
Así es difícil hablar de mejora en el mercado laboral. Si apuramos el argumento de quienes baten palmas por el celebrado cambio de tendencia, podemos llegar al absurdo de que acabar con el paro está a nuestro alcance, siempre que a partir de ahora se acepte trabajar el doble por la mitad del salario y en peores condiciones. En eso parecen estar pensando quienes, frente a quienes creemos que la escasez y la mala calidad del empleo nuevo no dan para echar las campanas al vuelo, argumentan que para el parado siempre será mucho mejor un puesto de trabajo precario que ningún puesto de trabajo.
Y es verdad. Claro que el mismo razonamiento nos llevaría a una situación en la que el parado debería elegir entre un trabajo de doce horas diarias o ningún trabajo. No me sorprendería que terminásemos creando las condiciones para que un trabajador tenga que aceptar sí o sí la vuelta a las decimonónicas jornadas de sol a sol. Siempre habrá alguien que diga, y a ver quien se lo discute, que mejor eso que nada. Y, por supuesto, siempre habrá trabajadores dispuestos a aceptarlo. Lo cual supone desandar el largo y duro camino recorrido en logros como la jornada de ocho horas, el descanso semanal, el subsidio de paro, la representación sindical, la negociación colectiva, etc. En el campo político de la izquierda cunde la fundada sospecha de que la actual crisis económica ofrece la excusa para erosionar esos derechos que en España tanto costó conquistar a principios del siglo pasado (Jaime Vera, Pablo Iglesias, García Quejido).
En cuanto al aumento de cotizantes a la Seguridad Social durante el pasado mes de marzo, tomado como indicio verdadero de la creación de empleo, es verdad que contribuye además a mejorar la partida dedicada a las subvenciones por desempleo, pues son más trabajadores a cotizar y menos a cobrar la prestación. Pero también podría decirse que el aumento de los cotizantes debería servir para combatir la pobreza. Cuestión de prioridades. De hecho, la partida dedicada al llamado subsidio de paro en el presupuesto de la Seguridad Social es la única de las tres (las otras dos son el Fogasa y las pensiones) que cerró el año 2013 con superávit (0,11%) en el marco de la lucha del Gobierno contra el déficit público.

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