MADRID, 9 (OTR/PRESS)
El presidente del Gobierno pudo sentir la tentación de delegar en terceros la tarea de frenar al nacionalismo catalán en el Congreso de los Diputados, al ver que el presidente de la Generalitat delegaba en terceros la tarea de proponer la fragmentación de la soberanía nacional en el templo de la soberanía nacional. No fue el caso.
En un «ejercicio de responsabilidad», como dijo el propio Rajoy, acudió a la Cámara a reiterarse en sus sólidos argumentos frente a la absurda pretensión nacionalista.
Con la Constitución en la mano era imposible asumir el desafío soberanista. Sin embargo, nada es imposible si se usan las vías democráticas para reformar la Carta Magna por vía democrática, como paso previo al encaje de cualquier objetivo político por extravagante que sea, siempre que tenga el requerido respaldo. Incluida la fragmentación de la soberanía nacional, por supuesto, de acuerdo al principio de que «La esencia de la Democracia es el respeto a la ley», en palabras de Mariano Rajoy.
El otro lado de la barricada verbal, Artur Mas siguió tomándose a título de inventario los límites del imperativo legal. Según su conocida táctica, utiliza el «portazo» del Congreso para seguir acumulando los supuestos agravios en los que justifica su actitud victimista.
Así, inmediatamente después de terminado el debate de siete horas en el Congreso, donde fue rechazara por amplísima mayoría la propuesta del Parlament (delegación de competencias estatales para la convocatoria de una consulta soberanista), el President atribuía el resultado de la votación al «miedo a que el pueblo catalán vote en las urnas», sin reparar en que su propia ausencia del debate del martes expresaba «miedo» a lo que pudieran votar los representantes del pueblo español. Incluidos los catalanes, por cierto. Son 47 los que se sientan en la Cámara (de distintos partidos, claro).
Pues, ojo al dato, 25 votaron en contra de la propuesta, 22 a favor ¿o para ser catalán hay que ser nacionalista?
En cuanto al bloque constitucional, Rajoy y Rubalcaba, cabezas visibles de las dos grandes fuerzas políticas de ámbito estatal, trataron con posiciones coincidentes el fondo de la cuestión: reafirmación del principio de soberanía nacional única e indivisible, respeto al marco legal, predisposición al diálogo y voluntad de «decidir juntos para seguir juntos», en palabras del líder del PSOE.
Menos congruencia hubo entre los partidos firmantes de la solicitud para que la Cámara autorizase la convocatoria de un referéndum el próximo 9 de noviembre.
Mostraron evidentes diferencias de planteamiento. Mientras unos, como Duran i Lleida (CiU) dicen que siguen abiertas las puertas de la negociación, otros, como Marta Rovira (ERC) dicen que no ya no hay marcha atrás en su marcha hacia la independencia. Y mientras ésta decía que ese es el sentido de la consulta, Joan Herrera (ICV) decía que la consulta es solo el procedimiento y que solo del procedimiento se discutía.