Fernando Jáuregui – Aquel chico de los Jesuitas…


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Fui, durante una década, compañero de colegio, y de curso, y hasta, durante una temporada, de Facultad, de Miguel Arias Cañete, recién nombrado cabeza de lista «europea» del Partido Popular tras lo que ha parecido una larga vacilación presidencial. Debo, por tanto, reconocer y declarar mi aprecio personal por Arias, lo que, espero, no me impedirá ser crítico cuando toque. Pero tampoco puedo dejar de admitir que confío en que sea él quien, a la postre, resulte designado comisario en la Unión Europea, probablemente con rango de vicepresidente: lo ha hecho bien cada vez que se ha internado en los meandros europeos, y, qué quiere usted que le diga: por algo será que sigue siendo uno de los ministros más valorados del Gobierno, lo cual, ya sé, tampoco es mucho decir.
Traigo a colación mi antigua vinculación con Arias Cañete porque me parece al menos informativo destacar que era bueno en los estudios, pero no un empollón; alegre, pero no irresponsable; religioso -había que serlo en aquel ambiente jesuítico-, pero sin estridencias. Arias Cañete es un típico representante de aquella generación de los cincuenta, en la que figuran compañeros de Universidad como María Teresa Fernández de la Vega, José Ignacio Wert, el fiscal Torres Dulce o el abogado y «negociador con ETA» José Manuel Gómez Benítez. Una generación de políticos que ha rendido importantes servicios al país y que se encuentra, en buena parte, al borde de la jubilación. No es el caso de Miguel Arias, el hombre amante de la buena vida, pero cumplidor, trabajador y que se conoce la asignatura como pocos. Puede que pierda en las elecciones europeas dentro de pocas semanas; pero hará siempre un papel digno. Y sabrá ser, que para eso le educaron, un elegante rival.

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