MADRID, 14 (OTR/PRESS)
Ya se sabe que según la definición clásica, la política es «el arte de lo posible», pero lo que ha sucedido en los últimos días en Andalucía entre la Presidenta de la Junta, la socialista Susana Díaz, y sus socios de gobierno, Izquierda Unida, a raíz del desalojo de un grupo de okupas que habían encontrado apoyo en IU para su acción ilegal lo que obligó a intervenir a la señora Díaz supera con creces lo imaginable. Que la Presidenta de la Junta decida un día quitar las competencias en vivienda social a la Consejera de Fomento, en manos de IU, y al día siguiente retractarse de esa decisión -a través de sendos decretos publicados en el Boletín Oficial de la Comunidad Autónoma- es algo fuera de lo normal que produce una enorme perplejidad en el ciudadano de a pie.
La emergente lideresa socialista se ha dejado muchos pelos en la gatera con esta marcha atrás. Su imagen ha quedado muy tocada, porque cuando a un responsable político le plantean un pulso -y eso fue lo que hizo IU- lo que tiene que hacer es ganarlo. Y en este caso, Susana Díaz lo ha perdido claramente, sea porque se asustó del paso dado, sea porque no le convenía en estos momentos la ruptura de su coalición con IU ya que no podía convocar en este momento elecciones anticipadas al estar en marcha el proceso electoral de las elecciones europeas del próximo 25 de mayo.
El caso es que Susana Díaz -amén de que desde el punto de vista de la legalidad le asistía toda la razón en el conflicto planteado por los okupas e IU- ha dado una imagen de debilidad que en nada le favorece para su futuro político que apunta a medio plazo por convertirse en la lideresa del PSOE y ser la candidata a la Presidencia del Gobierno. En su primera prueba de fuego al frente de la Junta de Andalucía tras haber sustituido hace unos meses a José Antonio Griñán, ha fallado, y aunque ahora intente justificar su marcha atrás en veinticuatro horas con argumentos de todo tipo, lo que quedará en la opinión pública es una imagen de debilidad al no haber sabido o querido mantener el pulso que le planteó Izquierda Unida.
Es posible que como el tiempo lo borra casi todo, este error de Susana Díaz no tenga unas consecuencias negativas inmediatas. Es más, en las próximas elecciones autonómicas andaluzas, que con toda probabilidad sufrirán un adelanto para el otoño-invierno de este año, lo mas seguro es que el PSOE sea el partido mas votado y que Díaz siga al frente de la Junta. Pero lo sucedido estos días quedará ya en el imaginario colectivo y de alguna manera le pasará factura, seguramente más en clave interna dentro del PSOE que de cara al exterior. Los ciudadanos andaluces han visto tantas cosas raras en estos años, que una más quizás no les afecte demasiado.
