El Oso glotón y la miel ucraniana

En la guerra, la política y el periodismo casi todo lo que puede salir mal, sale mal. Y Ucrania es un clamoroso ejemplo.

Hace dos meses que el corrupto Yanukovich salió huyendo de Kiev y los augurios que hicimos entonces, cuando aquí se aplaudía bobaliconamente a los víctoriosos pistoleros del Euromaidan, se van cumpliendo uno a uno.
Hace un mes, poniéndose a EEUU y la UE por montera, Rusia se anexionó Crimea. Ahora se merienda el este del país.

Putin no ha necesitado esta vez invadir territorio vecino. Le basta el miedo de cientos de miles de ucranianos que se sienten rusos y la proclividad al fusil y el puñetazode los forzudos locales.

Es muy probable que el Kremlin diga la verdad cuando jura que no tiene intención de incorporar las provincias de Donetsk, Járkov y Lugansk a la ‘Madre Patria’, pero maniobra para desgajar de Ucrania su cinturón industrial y poner la region bajo control indirecto de Moscu.

Apenas hacerse publico ayer que una columna con 20 carros blindados ucranianos avanzaba sobre Sláviansk, la ciudad donde se han hecho fuertes milicias prorrusas de la autoproclamada «República Popular de Donetsk», el primer ministro ruso Dimitri Medvédev anunció en tono dramático: «Ucrania está al borde de la guerra civil y es escalofriante».

El aviso queda en aire y ahora le corresponde al Gobierno prooccidental de Kiev dar el siguiente paso.

Si el presidente interino Alexandr Turchínov ejecuta esa ‘operación antiterrorista’ que lleva días anunciando y se producen como es previsible un buen número de víctimas civiles, dará alas al discurso del Kremlin según el cual los rusoparlantes de Ucrania están en peligro de ‘genocidio’ y necesitan protección. La excusa perfecta para cruzar la frontera.

Si sigue a la espera, pidiendo tímidamente a la ONU que envíe cascos azules, alimentará las infulas de los expeditivos milicianos levantados en armas.

Otro factor a tener en cuenta es el calamitoso estado en que se encuentran las desmoralizadas fuerzas ucranianas. La mitad de los agentes del SBU, el servicio de inteligencia, son ‘topos’ rusos; los comandos de Alfa, acusados de perpetrar la matanza de opositores en Kiev, tienen lealtades divididas; el Ejército regular carece de gasolina y hasta de baterías.

Con ese telón de fondo, todo lo que se le ocurre a la UE es ampliar la lista de sancionados -33 rusos y ucranios- a los que se congelan cuentas corrientes en Europa y se retiran visados.

Y a la vuelta de la esquina, el 25 de mayo, están convocadas unas elecciones que en lugar de normalizar el país, lo pueden fracturar para siempre.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

Lo más leído