No te va a gustar – ¡Que vivan las vacaciones!


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Bueno, por fin las cosas son como eran; ya vamos adentrándonos en una semana con apariencia laborable, aunque no del todo. Todavía este lunes, siete comunidades autónomas, siete, prolongaban sus vacaciones de Semana Santa. Algunos, pocos, comentarios hagiográficos se mostraban encantados ante el hecho de que, este año, el turismo nacional se ha desplazado más que nunca a costas y montañas desde el inicio de la depresión: la recuperación es un hecho, decían las aleluyas. Bueno, el viejo, buen, espíritu nacional-festivo se ha puesto nuevamente en marcha. Ahora llega, pronto, el puente de mayo, trampolín hacia el bien merecido descanso veraniego, no tan lejano, al fin y al cabo. Y antes ¿qué tal una escapadita a la Feria de Abril, o al Rocío o, pronto, a los sanfermines? La vida puede ser, si bien se mira, bella.
Llámeme, si quiere, agorero. O avinagrado. O profeta de las vacas flacas –yo creía que estábamos instalados en ellas; ya ve usted que no era así–. Le diré a usted que me he acordado no poco de quienes no formaban parte de esos treinta kilómetros de cola que, en la tarde del domingo, trataban de regresar a sus hogares tras colorearse, vuelta y vuelta, en alguna playa. Ah, pero ¿no había crisis, millones de parados? Seguro que sí, y ello nos habla de una profundización de las desigualdades en el país de la desigualdad por principio. No hay mayor injusticia que la que tapa la visión de los que menos tienen.
No diré yo que somos la nación europea con más días de libranza, porque ahí están nuestros vecinos los franceses, que dan la impresión de vivir en Vacacionlandia, de estar siempre de baja por alguna enfermedad liviana que les permite disfrutar del asueto con pantalón corto y bronceado permanente. Pero ya ve usted, querido lector, que incluso el primer ministro gatalan –galo-catalán– acaba de propinar un severo recorte al estado de super-bienestar de los ciudadanos a los que representa, advirtiéndoles que no pueden seguir viviendo (tan bien) como hasta ahora. Acá, en las tierras del sur, no hemos captado el mensaje, claro, y nos hemos lanzado a una absurda discusión acerca de si es o no socialista esto de recortar como hace Manuel Valls.
Y nos hemos tomado las cosas con calma: los centros docentes abren sus puertas más tarde, el Parlamento sigue sesteando una semana más (y van…), el Ejecutivo se incorpora poco a poco. Y si la clase política, la Universidad, las instituciones –en las que muchos teléfonos llevan mudos diez días– dan un tal ejemplo, ¿por qué la sociedad civil, feliz y despreocupada, no va a hacer lo mismo? Pues eso, que ya lo decían los romanos, que se hicieron duchos –antes de la caída del Imperio– en el «dolce far niente»: carpe diem. Bueno, aquí la versión sería algo así como «carpe septimana», que vacar solamente un día es como de pobres de espíritu o así. País…

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