MADRID, 29 (OTR/PRESS)
Es un espectáculo tragicómico el que nos está ofreciendo la cúpula del PP a propósito de la exclusión del ex presidente Aznar de la campaña electoral de las europeas. Los grandes personajes del partido de la derecha nos siguen tomando a los españoles por rematadamente tontos, pues a nadie nada más que a ellos se le ocurre asegurar que el clima interno del partido es de vida y dulzura, cuando el ex presidente se lamenta amargamente de que le hayan dejado de lado y le hayan impedido mitinear con su gran amigo Cañete, el candidato y hasta hace unas horas ministro de Agricultura. Como la recuperación económica fuese una prédica tan de fiar como la paz interna del partido, la tal recuperación tendría que esperar un siglo. No sé si exagero, pero yo mismo me siento muy disgustado con estas cosas del PP, partido al que, por otro lado, respeto como una de las dos alternativas democráticas históricas de este bendito país. Además, no entiendo cómo es posible que le den regalada la campaña al PSOE, que bufará por esa salida cada vez que los peperos osen meterse con los de Rubalcaba.
Menudo es el señor Aznar como para aguantar que le hagan estos enormes feos. Me acuerdo de lo que dijo cuando nadie de la dirección del PP acudió a la presentación de su último libro: «Tomo nota», afirmó lleno de ira contenida. No sé muy bien de qué tomaba nota pero obviamente de algo malo malísimo. Y cómo no iba a aparecer en escena Esperanza Aguirre, declarada enemiga de Rajoy y amiga íntima de Aznar. Aguirre ha espetado que le montará un mitin a Cañete, y eso, claro, por encima de la voluntad de los supremos del conservadurismo, que a lo mejor se enfadan y la castigan con algo, no sé con qué. Es Aguirre quien ha dicho que Aznar es imprescindible para que el PP pueda ganar las elecciones. Bueno, no lo ha dicho así exactamente, pero es que ahora mismo me da pereza buscar la cita exacta, aunque la verdad es que no me costaría ningún trabajo porque total lo acaba de decir ayer. En fin, queridos amigos, dejaos de cuchilladas, que por ahí no vais a llegar muy lejos, hombre.
