Antonio Casado – Las urnas y el paro.


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Con casi la mitad de los encuestados indecisos o sin intención de votar en las elecciones europeas no vale la pena hacer quinielismo sobre el desenlace electoral del próximo 25 de mayo. Dos cosas quedan claras, no obstante, en el último barómetro del CIS. Una, con carácter general: el castigo de los votantes a los dos grandes partidos. Y otra, más específica: el desgaste del partido en el poder a causa de la crisis económica.
En conclusión, retrocede el bipartidismo porque pierden los dos grandes, aunque pierde más el PP si tomamos como referencia el resultado de las últimas elecciones generales. El castigo que el PSOE sufrió en noviembre de 2011 lo va a sufrir ahora el PP, con una aritmética muy similar. Los 14 puntos, más o menos, que se dejaron los socialistas en aquellas urnas los ha perdido ya el PP en las encuestas y todo parece indicar que los va a perder también en las urnas europeas del día 25. En cuanto al PSOE, sin novedad. Sigue más o menos como estaba o desciende ligeramente. Como los socialistas de Rubalcaba no levantan cabeza desde su desplome de hace dos años y medio, es verosímil el triunfo del PP en europeas, aunque por mucha menos diferencia que la obtenida en generales. Lógico. En estos dos años y medio de Legislatura la crisis económica ha descargado sobre el Gobierno Rajoy el mismo hachazo en la facturación electoral del PP que el Gobierno Zapatero sufrió en la del PSOE.
Lo demás es un estéril debate entre el voluntarista discurso oficial sobre la inminencia de la remontada económica y el pesimismo de sus adversarios políticos y electorales. Sin consenso sobre lo que entendemos por recuperación de la que, a mi juicio, solo debería hablarse como retorno a una España habitable. Y eso pasa por crear puestos de trabajo y reducir las altas tasas de paro. Son indicadores todavía demasiado frágiles y demasiado dependientes de lo que ocurra en el resto de Europa, donde están nuestros socios y nuestros primeros clientes.
De momento, nos quedamos con los últimos datos del paro registrado en abril, con una actividad reanimada este año por las contrataciones de Semana Santa, lo que nos dejó un saldo de 111.565 parados menos y 133.765 afiliados más a la Seguridad Social. Sin embargo, otros medidores nacionales e internacionales nos anuncian tendencias poco significativas. Por la EPA del primer trimestre del año hemos sabido que en ese periodo se destruyeron 185.000 puestos de trabajo y que hay seis millones de parados. Lo cual no impide al presidente Rajoy ser optimista, pero sin despegar los pies del suelo porque «las cosas no se arreglan en un día» y no estamos en condiciones de echar las campanas al vuelo «mientras tengamos cifras tan elevadas de paro».
Un ataque de realismo seguramente inspirado en las previsiones propias, que prevén una tasa de paro para el final de la Legislatura (23,3%) que empeora la herencia recibida de Zapatero (22,5%).

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