Andrés Aberasturi – ¿El gran debate?


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

Cuando se vive alejado de los cenáculos políticos y ya ni se pierde uno en la Salón de los Pasos Perdidos, es posible que se tengan menos «primicias» pero, a cambio, se aumenta la reflexión y se palpa mejor lo que la gente de la calle, que es el pueblo, opina, piensa, o duda de las cosas que realmente importan.

Y desde la soledad de mi ordenador al que llegan todos los expertos periódicos del mundo y toda la realidad de la gente, me ratifico en la pregunta de hace unos días: ¿pero a quién le importa Europa?

Lo que está en juego en esta campaña pueden ser muchas cosas y la menos importante sin duda es el Parlamento Europeo; está en jugo -tal vez- el futuro de Rubalcaba, la verdad o mentira de los partidos emergentes, la desastrosa política de comunicación del PP pero, sobre todo, el hastío de los ciudadanos que no ven en las primeras páginas de los periódicos otra cosa que corrupción, demagogia y promesas en las que sólo creen no ya los tradicionales votantes -que también dudan- sino unicamente los confesos irredentos dispuestos a comulgar con ruedas de molino y negar lo que es evidente para el resto.

Se anuncia el gran debate entre los candidatos Valenciano y Cañete. ¿Y qué? ¿Qué se pueden decir el uno al otro? La candidata del PSOE afirmó siete meses después de la estrepitosa derrota de su partido en las generales que los socialistas «no tenemos ninguna responsabilidad de la situación actual de España» y el señor Cañete ha vuelto a poner encima de la mesa promesas como la bajada de impuestos porque este partido (el PP), «siempre cumple sus compromisos». Pues empezamos bien.

Y me temo que esa va a ser la base del debate: Valenciano quitándose de encima cualquier responsabilidad sobre la crisis que no quiso ver Zapatero y Cañete ofreciendo un panorama lleno de vino y rosas gracias a Rajoy. Naturalmente los dos faltan a la verdad porque le herencia del nefasto ZP condicionó todo lo que vino después y la mejora de la macro economía -que es cierta- no es obra sólo del PP ni el futuro a corto plazo va a cambiar, desgraciadamente, demasiado el vivir cotidiano de la mayoría.

En lo que tal vez estén de acuerdo es en defender -con disimulo- aquel slogan de «pequeñines no, gracias». Pero a día de hoy, no parece que el bipartidismo sea fácil de romper. Ni fácil de unir, que esa es otra. Porque es cierto que desde que estalló la crisis, muchos no entendimos por qué PSOE y PP lo único que hacían era ponerse zancadillas en lugar de trabajar juntos.

Pues pese a que el histórico Felipe González no descarte esa posibilidad si llega a ser necesaria, Rubalcaba niega radicalmente un pacto a la alemana porque eso, según él, no entra en la tradición democrática de nuestro país y dejaría a España sin alternativa.

Pues ni lo uno ni lo otro. Por desgracia nuestra tradición democrática es tan escasa que aun puede -y debería- probar muchas cosas y hacer el esfuerzo de sacar juntos al país del drama que estamos viviendo, dentro y con Europa, no admite una negativa tan absolutamente rotunda como la que hacía en «Onda Cero» el aun secretario general del PSOE. La vida, como decía la canción, te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

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