Rafael Martínez-Simancas – La mujer barbuda


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Un respeto y en adelante diríjanse a Conchita Wurst como la mujer que ganó Eurovisión y algo más: la admiración de los jurados que le votaron y hasta de Julio Iglesias que alaba su música. Una vez recibido el premio, las flores y los besos correspondientes, Conchita se ha revelado como activa militante de los derechos que son aplastados en Europa. La cantante ha usado la barba para hacerle un «femen» a Putin al que llama intolerante, no así a ciertos sectores de su nación en los que es bien recibida y que le dieron cinco puntos en las votaciones. Se puede hacer una reclamación vistosa sin desprenderse de la camiseta, Conchita lo ha hecho con ayuda de su barbero que le mantiene el corte impoluto como si fuera un personaje del Siglo de Oro.
Los hubo que creían que era una extravagancia más de un concurso que ha visto chorradas a racimos y al que Spain contribuyó en su día con el Chikilicuatre que era un híbrido entre un coche de Scalectrix y un muñeco de feria que dan cuando has tirado todos los botes vacíos con una pelota de goma que tiene el centro de gravedad de un borracho. En ese mismo concurso han reconocido la voz de Conchita a la que le ha llegado oferta para grabar en Estados Unidos y competir en la carrera de los Grammys.
Al margen de su actividad artística no deja de llevar una actividad de militante para orgullo de una Europa con una juventud adormilada o muy atocinada en su pequeño mundo. Será curiosa su foto de Conchita ante las urnas el día 25.
Imagino a algún líder europeo en campaña con la duda de si recibirle en audiencia o dejar pasar la ocasión, como les gane la partida Obama puede ser llamativo. En España tenemos a dos líderes con barba, y un tercero cabeza de cartel para Europa, a los que supongo que no le harían ascos a posar con tal famosa europea en plena campaña electoral cuando tienen que mostrar una gran sensibilidad a la hora de coger niños de los brazos de sus padres y besar a ancianos en sillas de ruedas. La tolerancia se demuestra al caminar y se reafirma tolerando no solo de boquilla. Ponga una Conchita en su vida, señor político.
Como aspecto festivo, no descartemos que Wurst haga «un bolo» con las Femen en Moscú ahora que supongo habrá dejado de nevar en la Plaza Roja. Su feminidad aplastante unida a su barba puede ser demasiado para Putin machote que se ha acostumbrado a pasar revista desde una cañonera.

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