La gran propuesta del PSOE es contar que Cañete es machista.


Los debates televisivos de los candidatos en campaña deberían ser algo más que espectáculo; pero esto es pedir lo imposible en la edad multimedia en la que estamos inmersos, de la que gozamos y sufrimos a la vez. La era de la imagen ha cambiado la sociedad. La televisión se ha convertido en el gran instrumento de los reyes del mundo para imponer ideas, modas y tendencias. Lo que no sale en televisión, no existe, y por eso se ha convertido en el medio más atractivo para todos aquellos sectores que tienen algo que vender. Sin embargo, la televisión se ha convertido en el mayor instrumento de manipulación de la era tecnológica. Lo que no sale en televisión no existe, pero la mayor parte de lo que emiten las cadenas, es falso o manipulado con unos fines muy concretos; dicho menos fuerte, lo que llega al telespectador son fotomontajes aderezados y cocinados por el “Master chef” de turno.

La sociedad de hoy debería ser la mejor informada de todos los tiempos, dados los medios que tiene a su alcance, aparentemente variados y plurales. En efecto, la información sale a borbotones desde las agencias, Internet y las redes sociales. Sin embargo, el público es mucho menos crítico que hace unas décadas y mucho más manipulable y dispuesto siempre a escuchar la última bobada del icono de turno; en definitiva, mucho más borrego. Decía Baudrillard que “la información, en lugar de transformar la masa en energía, produce todavía más masa”.

Hace ya muchos años que el sociólogo visionario, Giovanni Sartori, alertó de la gran mutación que estaba experimentando el homo sapiens, transformándose, por mor de la televisión, en homo videns. Esto no es ningún piropo del que nos debamos sentir orgullosos. Muy al contrario, supone una involución. El ser humano, “atacado” por el continuo bombardeo de imágenes, estaría perdiendo su capacidad de abstracción.

El espectador de televisión está acostumbrado a tragar sin masticar. Esto lo saben los políticos ya desde antes de ser popularizado este medio. Hitler, Musolini, Perón, o el propio Franco, divulgaban sus discursos a través de piezas que se proyectaban en los cines. Solo hay que recordar el emblemático NODO español.

Volviendo al principio del artículo, los debates de los candidatos a las elecciones deberían atenerse más al fondo. Los políticos deberían servir a los ciudadanos y no a sí mismos y a sus partidos. El último fiasco fue el “combate” Cañete-Valenciano. Parece que Cañete no quiso dar caña por consejo del inefable Arriola, el enemigo número uno del auténtico PP. Mucha prudencia para tener a los progres contentos, no fueran a tildar al exministro de maltratador por lanzar a Valenciano una y otra vez contra las cuerdas hasta dejarla cao. Es cierto que si lo hubiera pretendido, la hubiera dejado de analfabeta para arriba, o para abajo, no sé la dirección. Pero la falta de naturalidad, de antes y de después, le hizo decir las desafortunadas palabras que dieron la vuelta al mundo y ya debaten en la IPPF y en la ONU: “Si en un debate con una mujer haces un abuso de superioridad intelectual pareces un machista”. Lo que quiso decir es que Valenciano le daba algo de pena y quiso mostrarse galante e incluso caritativo. A la candidata socialista –probiña— la sacas de la defensa del aborto, y de unas cuantas falacias rancias de la izquierda, y ya no hay más; ni ciencias, ni letras, ni ná. Pero los progres del PP no le perdonan a su candidato que los haya puesto en boca de las feministas de género y demás jarca progre.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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