Fermín Bocos – Corte de mangas


MADRID, 21 (OTR/PRESS)

Hasta dónde no llegará el desencanto respecto a Europa y cuanto significa el proceso de construcción de la unidad europea que hasta los políticos, que habitualmente viven en una burbuja, se han dado cuenta. Las encuestas pronostican un índice de abstención muy elevado y si tuviéramos que proyectar el último dato conocido -el número de inscritos para votar por correo-, el «corte de mangas» a las urnas podría rondar el 60%.
Si el domingo se confirma, sería la constatación del fracaso del discurso europeísta y de las estrategias comunicativas seguidas por los candidatos durante la campaña electoral. Con alguna excepción, han convertido el proceso en una suerte de primarias o de primera vuelta de las elecciones generales y las cuestiones europeas han pasado a un segundo plano. Sobre todo los candidatos del PP (Arias Cañete) y del PSOE (Elena Valenciano). La metedura de pata machista de Cañete (con petición tardía de disculpas) ha monopolizado los mensajes de su principal adversario alimentando las réplicas en parecidos registros. Europa ha quedado fuera de plano. Ha sido un error. Error porque, asentada la democracia en España tras casi cuarenta años de dictadura, el proceso (incompleto) de unidad europea, ha sido y así debería seguir siendo la aventura política más importante de nuestro tiempo.
Lo fue durante los compases iniciales, tras la adhesión. Los Fondos de Cohesión permitieron modernizar las infraestructuras del país. España tiene hoy la mejor y más moderna infraestructura de autovías. Nadie da nada a cambio de nada y somos -dicho sea en el sentido irónico del término- «colonia» comercial de las industrias de Alemania y Francia. Pero el salto, el progreso experimentado por España en los últimos 20 años, ha sido espectacular. Incluso bajo las restricciones de la crisis, el país está irreconocible.
En positivo. Hay que decirlo. Y los políticos tendrían que acertar con el discurso capaz de ponerlo en valor. No es así. Ni siquiera han sido capaces de hacer pedagogía para que el proyecto (abierto, incompleto) de unidad europea no se asocie con las penurias traídas por los recortes, las políticas de austeridad y los dictados de los «hombres de negro» comisionados por Bruselas. Es probable que parte del desafecto que reflejan las encuestas -el que puede cristalizar el próximo domingo en una abstención muy elevada-, tenga, también, mucho que ver con ese resentimiento provocado por los «diktats» de la señora Merkel y sus ventrílocuos de Bruselas. Pero, aun así, creo que se ha perdido una ocasión magnífica para elevar el nivel del discurso por encima del día a día de las miserias patrias.
Porque, pese a todo, pese a los recortes, la burocracia creciente, los privilegios de los euro parlamentarios, el mandarinato de Alemania e incluso el desagradable olor a corrupción que desprenden algunos lobbys aposentados en las antesalas de los despachos de Bruselas o Estrasburgo, Europa, el proyecto de unidad europea, merece la pena. Por eso creo que habría que reflexionar antes de llevar a cabo el «corte de mangas» que avizoran las encuestas.

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