Victoria Lafora – Nervios políticos


MADRID, 04 (OTR/PRESS)

Los dirigentes socialistas autonómicos le han visto las orejas al lobo con el resultado de los comicios europeos. Lo mismo puede decirse de los del PP, pero el poder es un bálsamo que silencia las divergencias. A un año de las elecciones municipales y autonómicas todos quieren parecerse a «Podemos». Y la aprobación de la abdicación del Rey, que hubiera sido un trámite parlamentario más, vuelve a abrir el debate en un PSOE sin liderazgo y a las puertas de un congreso extraordinario complicado.
Desde Valencia, Cataluña, Baleares o Galicia se alzan voces pidiendo un referéndum sobre la continuidad de la Monarquía como forma de Estado. Con un matiz importante: los más cautos piden un cambio constitucional que plantee no solo la reforma autonómica sino la inclusión de la Sanidad como derecho constitucional, la igualdad de sexos o el cambio de modelo de Estado. Pero el PSC y las Juventudes quieren un referéndum ya, antes de la proclamación.
Expertos constitucionalistas ponen en cuestión que un referéndum sobre el Título Segundo de la Constitución pueda hacerse sin una reforma previa de la Carta Magna. Tal vez por eso Mariano Rajoy, que se ha convertido estos días en el gestor del traspaso de la jefatura del Estado, instó a los que reclaman el referéndum a presentar un proyecto de reforma constitucional, a sabiendas de sus dificultades para obtener los votos suficientes en Congreso y Senado.
Todo hacía suponer que los frecuentes viajes a Cataluña del Rey en los últimos meses y sus contactos con Mas habrían servido para cerrar el apoyo convergente a la ley orgánica que dará paso a la proclamación del heredero. Tras muchas dudas y silencios los nacionalistas catalanes han decidido abstenerse porque era una contradicción en sí misma que quieran separarse del estado español y voten aceptando o impidiendo la abdicación del Rey. Solo la abstención, en algo que no consideran como suyo, resulta coherente. (Incoherente es, por ejemplo, la decisión de Esquerra Republicana de votar no, porque lo que transmite ese voto es el deseo de que el actual monarca permanezca en su puesto).
Con sus primeras declaraciones, recordando que sus aspiraciones independentistas no se iban a parar por el cambio en la Casa Real, Convergencia i Unió dio pábulo a pensar que su pragmatismo, demostrado con creces desde los primeros gobiernos democráticos hasta ahora, y que les llevó a participar activamente de la elaboración del texto constitucional, les conduciría a un voto afirmativo. Pero su guerra es otra.
La pregunta de por qué el Rey ha decidido dar el paso ahora y no más tarde tiene clara respuesta en los avatares que está provocando la necesidad de que su renuncia cuente con el mayor número posible de votos en ambas cámaras. Y el hecho de que la portavoz del grupo socialista en el Congreso de los Diputados advierta a sus filas que no se admitirá el voto en conciencia da cuenta de la importancia de no dilatar el proceso.
La Monarquía española es constitucionalmente parlamentaria por lo tanto son las Cortes Generales las que aceptan la abdicación (o no) y proclaman al sucesor. No hay, de momento, otro camino.

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