Antonio Casado – Tres eran tres


MADRID, 04 (OTR/PRESS)

Nunca pude imaginar que ser un desconocido, sin nada bueno ni malo en biografías tan anodinas, pudiera ser un mérito compartido por cada uno de los tres aspirantes a la Secretaría General del PSOE. Pero así están las cosas en el partido de Pablo Iglesias, el santo padre del socialismo español. El pasado tiene muy mala prensa en este partido. El pasado inmediato, se entiende. Justamente a contar desde mayo de 2010, cuando Zapatero decidió romper con su electorado en nombre de la prima de riesgo.
El paréntesis abierto entonces puede cerrarse con la salida al campo de Eduardo Madina, Pedro Sánchez o José Antonio Pérez Tapias, que ahora calientan por la banda a la espera del triangular convocado para dentro de nueve días. Aunque los tres juegan en casa ninguno de los tres tiene el pasado suficiente como para suscitar grandes fobias ni grandes filias. Así que los militantes del PSOE, que son los electores del día 13, tendrán que formar criterio por sus declaraciones a los medios de comunicación o el apresurado paso por las agrupaciones locales y provinciales que estos días se patean los esforzados candidatos a tomar la antorcha de Rubalcaba.
A la vista de sus respectivas declaraciones públicas, uno se queda con lo que más le ha llamado la atención. A saber:

En el caso de Pérez Tapias, esa interesante propuesta de separación entre el papel de secretario general del partido y, caso de ostentar el poder, el de presidente del Gobierno. No está mal, al menos en teoría, la idea de partido marcando de cerca a sus correligionarios, a fin de evitar que estos traicionen el ideario o se desvíen de lo pactado en las urnas con los ciudadanos. Dudo mucho que un PSOE fuerte y bien organizado hubiera permitido a Zapatero actuar al dictado de Bruselas cuando se encabritó el déficit público en 2010.
Eduardo Madina ha definido su programa por referencia a una cuestión formal. Justamente, la forma del Estado, que debería ser una república, tal y cómo se deduce de unas propuestas basadas, según él, en los «valores republicanos». Como si los valores republicanos estuvieran prohibidos en un formato de monarquía parlamentaria. Estos son los que Madina cita: «libertad, igualdad, solidaridad y diversidad». Y estos son los que cita la Constitución Española como valores superiores de su ordenamiento jurídico: «libertad, justicia, igualdad y pluralismo político». ¿Dónde están las diferencias?

Finalmente, la proclama de Pedro Sánchez. Es la más sencilla y al tiempo la más edificante, puestos a elegir. Dice algo tan simple como que si gana integrará a los dos perdedores y si pierde se dejará integrar por el ganador. En un partido con tantos síntomas de descomposición interna, la que precisamente trata de atajar la elección directa del líder, me parece muy loable este rasgo de deportividad y de compromiso con la fuerza política a la que pertenece.

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