Por fin, el CGPJ dice algo, pero sin señalar.


Nadie entendía que el Consejo General del Poder Judicial guardase silencio mientras el fiscal Horrach se permitía arremeter contra el juez Castro, con una extensa variedad de descalificaciones. Las declaraciones del juez, quejándose de la lengua suelta del fiscal e invitándole a presentar una querella contra él por prevaricación, hizo saltar las alarmas de los jueces progresistas del CGPJ, que pidieron una reunión de urgencia para amparar al juez Castro. Todos esperábamos impacientes una defensa pública del juez instructor del caso Noos, y un buen tirón de orejas al fiscal perseguidor de la corrupción hasta que se topó con la Infanta y se erigió en su defensor, motu proprio o presionado por la jerarquía. En el comunicado emitido tras la reunión, piden que no se utilicen expresiones que puedan desacreditar injustificadamente a magistrados y jueces. El escrito va dirigido a “todas las partes de cualquier proceso” –como si esto ocurriese a diario—, pero se evita expresamente citar a los púgiles del combate, amigos o al menos compañeros de trabajo bien avenidos, hasta que el juez decidió no seguir consignas de nadie salvo del Código Penal y su conciencia, que parecen no hacer distinciones entre la sangre azul y la roja normal y corriente. Pero Horrach se fue de rositas, sin reprimenda. Eso quiere decir que los magistrados de Palma ya tienen su veredicto. La Infanta será desimputada por segunda vez, y nos moriremos de vergüenza ajena y de asco.

El abogado de la Infanta, Miguel Roca, muy seguro de sí mismo, como el que se sabe ganador, también ha presentado su recurso. No contempla la posibilidad de que la hermana del Rey se siente en el banquillo. El ministro Gallardón declara que no le corresponde al Gobierno establecer ningún tipo de valoración ni opinión sobre un asunto que está en tramitación judicial. El fiscal Torres Dulce sigue considerando que no hay razón para imputar a la Infanta, y Rajoy también está seguro de su inocencia. Puede ser que Rajoy sea un sabio o tenga hilo directo con Dios. ¡Menos mal que la justicia es igual para todos! Pero los ciudadanos piensan que no, y con estos espectáculos menos. La sociedad ha interiorizada que el juez Castro puede permitirse el lujo de ser independiente porque está a punto de jubilarse y no tiene nada que perder, mientras que el fiscal Horrach, a sus cincuenta y pocos, aún puede aspirar a un ascenso milagroso.

Todos los ojos están puestos en la Audiencia de Palma, pero dicen en los mentideros, que les han impuesto unas togas con una frase bordada: “Hay que salvar a la Infanta, como sea”. Todo apunta a que la Infanta será desimputada por segunda vez. ¡Los sabios no ven ni siquiera indicios! Qué bien le vendría a Felipe VI que su hermana se sentase en el banquillo. Los mejores asesores y expertos en marketing del mundo, no le harían una campaña mejor a la Monarquía española, y a él mismo. Que lo mediten bien quienes creen que la Infanta es el Estado.

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Por Magdalena del Amo
Periodista y escritora, pertenece al Foro de Comunicadores Católicos.
Directora y presentadora de La Bitácora, de Popular TV
Directora de Ourense siglo XXI
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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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