MADRID, 07 (OTR/PRESS)
Una empresa controla más de la mitad del mercado bursátil alternativo de España, recibe dinero prestado del Instituto de Crédito Oficial, es puesta como ejemplo de originalidad y, de repente, una desconocida y pequeña empresa de análisis de cuentas advierte que no es oro todo lo que reluce.
Inmediatamente se pone como hoja de perejil a los censores, ya se sabe, los «extranjeros» nos tienen manía, a España en general, y a las empresas españolas en particular.
Pasan 48 horas y la empresa no era tan ejemplar como decían los medios de comunicación y presumían los organismos oficiales y 4.000 pequeños ahorradores se encuentran ante una estafa que se ha llevado parte de sus ahorros. Y nadie dimite.
Ni los vigilantes que tenían que vigilar, ni los auditores que debían auditar, ni los responsables de los créditos que proceden del dinero de nosotros, los contribuyentes, que contribuiremos un poco más para restañar la penúltima estafa a gran escala.
La consigna en España es «yo no he sido», la fórmula magistral procedente de la escuela y que corresponde a una sociedad compuesta de egoístas e irresponsables, sin que un vicio sea vacuna del otro, porque se pueden sumar.
Si el Banco de España, que tenía la responsabilidad de vigilar a las cajas de ahorro, permitió uno de los mayores saqueos, que pagaremos hasta la próxima generación, la Comisión Nacional del Mercado de Valores tampoco tiene nada que ver con la conducta irregular de una empresa que controlaba más de la mitad del mercado bursátil alternativo.
Y ya verán cómo las primeras declaraciones de los organismos oficiales, será la de «nosotros no hemos sido». Dicen que quieren regenerar la democracia. ¡Ja,ja,ja! Podrían regenerar a los inútiles que ocupan cargos, son incompetentes y sólo saben decir «yo no he sido».